“¿Disculpa?” El tono de
indignación en su voz le indicaba que lo había cabreado...y mucho.
“Oh vamos ¿es que tengo que
repetirlo?” le preguntó en respuesta, Changmin, observando con fingido
desinterés al ceñudo pelinegro que tenía enfrente.
“Eres un bastardo,” gruñó el
último antes de ponerse en pie y alejarse a zancadas hacia la dirección
contraria.
Sí, Changmin tenía plena
conciencia de que se merecía el adjetivo, al igual que las miradas de odio que
ese par de ojos negros le habían dirigido. Pero no podía echarse atrás, no
cuando se había armado del valor suficiente para dar el primer paso, así que se
colgó la mochila al hombro y recogió el libro que había estado pretendiendo
leer para acercarse al tal Kim Jaejoong un cuarto de hora atrás, y caminó tras
de él como si nada.
“¡Eh Jaejoong! espera” le gritó,
unos 20 estudiantes voltearon a verle, 3 regresaron a sus libros, 5 estiraron
el cuello con curiosidad, 10 suspiraron y solo 2 le mandaron a callar
solapadamente.
El pelinegro se quedó inmóvil
por una milésima de segundo al escuchar su nombre para luego retomar la marcha
a pasos aún más rápidos.
Changmin le siguió de la
biblioteca hasta casi el último piso, haciendo el ruido suficiente para hacerle
saber que lo estaba siguiendo.
Infantil, sí. Pero poco le
importaba si estaba funcionando.
“¡Mierda! ¿Es que planeas
seguirme todo el día?” El mayor mordió el anzuelo mucho más rápido de lo que
Shim pensaba.
“Eres tú el que está huyendo
querido,” respondió el castaño con simpleza.
Jaejoong le fulminó con la
mirada.
“Vete a la mierda.” Le gritó
lo suficientemente fuerte para escandalizar a las fanáticas presentes, las
cuales parecían haber pasado por alto el cariñoso pseudónimo con el que acaba
de dirigirse al enervado muchacho que tenía enfrente, y enfocado más en que un enclenque
mancillaba el honor de su -angelito.
Changmin se rió.
“Bueno no lo haré sin antes
decirle a tu amiguito un par de cosas que creo desea saber.”
Jaejoong al fin le miro
seriamente.
O eso intuyó el menor, nadie
podría estar seguro al respecto con todo ese cabello negro que le tapaba
prácticamente toda la cara, Changmin le puso una mano en el hombro cuando llego
a su altura mientras le decía “Entonces, nos vemos.”
Pero sus pasos no fueron
muchos.
Jaejoong le sostuvo de la
muñeca a menos de 2 metros.
La gente que ahora estaba
atenta a la escena se había multiplicado unas 10 veces.
El pelinegro pareció darse
cuenta y soltando el agarre le susurro muy sutilmente, “sígueme.”
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“Hola.”
“Hola.”
“....”
Jaejoong se llevó su sándwich
a la boca ignorando del todo a su recién llegado amigo.
“¿Jaejoong?” Yoochun le llamó
un tanto turbado.
“¿Hm?” fue lo único que
respondió él.
“¿Estás bien?” preguntó, alzando
la mano derecha para tocar la frente de su amigo y comprobar su temperatura.
Pero Jaejoong fue más rápido.
“Si ehm...creo que voy a ir a
mi salón a leer un poco antes de clase”
“Ah...bueno”
“Sí...” y sin despedirse
propiamente siquiera cogió su morral y prácticamente corrió fuera de la
cafetería.
Yoochun le siguió los pasos
hasta que salió y sintió el impulso de correr tras él y pegarle un buen lapo en
esa cabeza, ahora estaba cabreado.
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“¿Y bien?”
“Hola Jaejoong yo también me
alegro de verte”
“De ninguna forma quise o
traté siquiera de darte a entender eso”
Changmin rodó los ojos.
“Primero iremos a la
peluquería, necesitas deshacerte de todo esto” cogió uno de sus largos mechones
negros, los nudillos del mayor se volvieron blancos.
“Luego...empezaras a salir
conmigo”
Jaejoong aplastó una lata de
gaseosa que había en su camino con más euforia de la debida y lo miró elocuentemente.
“Nos aseguraremos de que cada
una de las personas en este campus sepan que salimos juntos”
“Lo que sea” respondió él.
Changmin lo miró y se sintió
bastante culpable por una milésima de segundo. Incluso estuvo a punto de
decirle lo siento, pero recordó que tan solo decir esas dos palabras harían que
el pelinegro que tenía enfrente terminara por perder los estribos y lo moliera
a golpes.
Tenía brazos fuertes, lo sabía
porque los había sostenido esa mañana.
Suspiró.
Si existía el karma, todo esto
no terminaría de la manera que esperaba.
Pero ¡Hey! estaba haciéndole un
favor también. Yoochun por fin se enteraría de sus preferencias sexuales y
entonces ayudaría a Jaejoong a reunir el valor suficiente para confesarse.
No necesitaba preguntar para
saber que probablemente el pelinegro tenía la absurda idea de que Yoochun
saldría corriendo ni bien le dijera que era homosexual.
“Así que primero el estilista”
dijo, dándole la espalda y caminando de vuelta a su salón.
Jaejoong gruñó a sus espaldas,
y con las manos empuñadas en los bolsillos de su casaca le siguió los pasos.
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“¡Jaejoong-ah!” Yoochun
invadió su salón de clases a la tercera hora con una gran sonrisa sobre el
rostro.
Jaejoong se encontraba
recostado sobre su pupitre.
Alzó la vista y apenas le
sonrió un segundo para luego volver a enterrar su cabeza entre sus brazos.
Yoochun se dejó caer en el
pupitre continuo al verle.
“¿Qué te pasa?” le preguntó
Jaejoong permaneció en
silencio.
Hundió aún mas su cabeza en el
hueco entre sus brazos y trató de bloquear las palabras de Yoochun en su
cerebro.
Estaba cabreado.
Muy cabreado.
Por tener que obedecer las
órdenes de ese engendro por su maldita culpa.
Porque le quería al punto de
tragarse el dolor de no poder tenerlo de la forma que quería y ver como se lo
entregaba a otra persona.
Y ahora también tenía que
tragarse a Changmin.
¡No señores! Él ya no estaba
seguro si Yoochun valía todo eso.
Tan sólo quería estar solo un puto
momento.
“Hey...” Yoochun le picó el
hombro
El menor lo sacudió de mala
forma.
Y Yoochun empezó a cabrearse
también.
La diferencia entre ambos era
que Yoochun, aunque pareciese lo contrario, también tenía un paciencia limitada
y cuando se le agotaba...no era precisamente sutil.
Lo cogió de los hombros y lo obligó
a despegarse del pupitre mientras le gruñía “¡¿Me puedes decir qué demonios te
pasa?!” le exigió.
“Pasa que estoy harto de todo
esto, de ti, de él, de todos, de... ¡mierda! ¿Tanto te costaba mantenerte
callado durante un segundo? ¡Demonios!” lo empujó
La clase entera los miraba.
Jaejoong se colgó la mochila
al hombro e ignorando las miradas reprobatorias de todo salió del salón tirando
la puerta.
Se dirigió a su patio tenía
que esperar unas tres horas por Changmin y luego...
“Yahh” se quedó tieso al ver a
Yoochun bloqueándole el paso
“Yoo...”
Su puño golpeó directamente a
su cara.
“Eso es por ser un idiota”
Jaejoong le miró con los ojos muy
abiertos mientras se sostenía con una mano la mejilla afectada.
“Y esto es porque no he sido
el puto hyung que he debido ser”
Los ojos de Jaejoong se
aguaron al sentir los brazos de Yoochun rodearlo con fuerza en un abrazo, y sus
labios depositar un suave beso en su cabeza.
“Lo siento” le dijo, “debes
estar pasándola mal y yo no he hecho nada por ayudarte ¿me perdonas?”
Jaejoong se aferró aún más a
ese ser al que amaba tanto sintiendo su corazón derretirse. Y quiso mirarle a los
ojos y decirle que lo amaba, que lo haría muy feliz, que lo besara.
Pero solo sollozó muy
quedamente dejándose embriagar por el aroma de Yoochun.
Y se durmió a su lado esas
tres horas sobre ese patio que los cubría del sol y los separaba del mundo.
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Su celular vibró.
Ya había oscurecido.
Yoochun se removió a su lado.
“¿Qué pasa?” preguntó entre
balbuceos mientras le estrujaba como si el menor fuera su almohada.
“Nada,” suspiró el aludido en
respuesta.
Miró su celular. Tenía tres
llamadas perdidas de...
“Apaga esa luz” gruñó el señor
marmota, acurrucándose en el hueco del hombro de su amigo ahora literalmente
sobre él “ash...ya no eres tan suave como antes,” se quejó
Y apoyándose sobre sus brazos
se sentó a horcajadas sobre él, mientras largaba un bostezo para luego alzarle
la remera hasta la altura de sus hombros y palpar su fornido abdomen.
Jaejoong se olvidó de las
llamadas por completo.
“¿Ves? Antes esto no estaba
aquí” le dijo dulcemente mientras delineaba cada contorno con sus dedos índice
y medio bastante admirado.
A veces Jaejoong se preguntaba
exactamente que habían hecho sus antepasados para merecerse lo que le pasaba.
Esta era una de esas.
Y lo peor de todo es que el
menor sabía que su Yoochun-ah lo hacía inocentemente.
Agradeció de todo corazón que
la oscuridad ocultara su muy sonrojado rostro. Y trató de controlarse y
controlar también a su ahora bastante animado pequeño amigo.
“Yoochun, quítate” le ordenó,
haciendo uso de todo el poder de voluntad que podía para sonar normal.
“Hay pero que pudoroso,” le
fastidió Yoochun “¿es que te pongo nervioso? amor” siguió entre risitas.
“Querido justo ahora no tengo
tiempo para esto” le dijo Jaejoong ahora riéndose también
“Pero siempre has tenido
tiempo para mis mariconadas ¡no es justo!” se quejó Yoochun abalanzándose sobre
su cuerpo de nuevo, olisqueando el cremoso cuello de su mejor amigo con todo el
poder de seducción que solo Park Yoochun podía.
Y Jaejoong habría caído redondito.
De no ser porque escuchó una
tercera voz llamándole en la oscuridad “Eh, Jaejoong ¿estás aquí?”
Yoochun miró en dirección de
la pequeña luz, que provenía probablemente de la pantalla de un celular, y
respondió “no está.”
La luz ahora apuntó a ambos.
Y luego de un par de segundos
dejó ver a Changmin con su celular en alto.
“Creí que habíamos quedado a
las 8” dijo ignorando completamente a Yoochun
Yoochun le miró ceñudo:
a) Por la luz.
b) Por las confianzas que se
tomaba con su Jae.
Principalmente la b.
“Ah...sí yo ehm...” Jaejoong temblaba
“vamos lo siento me quedé dormido”
Yoochun le miró con las cejas
alzadas esperando la introducción.
Pero el pelinegro solo se puso
de pie de un salto y lo empujó por los hombros para alejarlo de Yoochun lo más
pronto posible, “te veo mañana,” le dijo a modo de despido.
Yoochun ni siquiera tuvo
tiempo de responderle puesto que ya habían desaparecido.
Se recostó de nuevo en el
paso, ahora fastidiado.
Jaejoong tendría mucho que
explicar al día siguiente.
Su celular sonó.
“Heebin-ah”
“Sí”
“Lo siento me quedé dormido”
“Jaejoong-ah”
“No, acaba de irse”
“Sí no hay problema”
“Bien, te veo ahí”
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“Me gusta este” Jaejoong le
fulminó con la mirada.
“Mínimo elijo yo el corte ¿no
crees?” gruñó
Changmin le miró divertido.
“Ok, pero nada de cerquillos
extravagantes”
Después de unos 15 minutos
chequeando revistas. Changmin encontró un corte que pensó sería el perfecto.
Jaejoong aún seguía metido en
las revistas. Changmin se acercó despacio para darle una ojeada a las que el
aludido había separado. Y comparándolas con la que tenái entres sus manos
sonrió con complacencia.
“Aquí tienes” le dijo
Jaejoong se sobresaltó un
poco.
Miró la foto. Y torció el
gesto.
Changmin esperó pacientemente
su opinión, ok no realmente, “¿Y bien?”
“No acordamos que debía teñirme
el cabello también”
“No tienes que hacerlo...pero se
vería aún mejor”
Jaejoong volvió a torcer el
gesto.
Changmin le miró con una ceja
alzada.
Jaejoong suspiró, hizo un
puchero y tras refunfuñar un poco para sí mismo cerró todas las otras revistas
y llamó a la señorita.
Changmin sonrió. Jaejoong le
miró con mala cara.
“¿Qué?”
“Nada...” rió, “es solo que
empiezo a pensar que...Yoochun tenía razón”
Jaejoong suavizó las facciones
“¿En qué exactamente?” preguntó.
Changmin volvió a sonreírle, “Eres
bastante majo”
Jaejoong le miró sorprendido.
La señorita responsable llegó
y Changmin tuvo que volver a los asientos de espera.