That supposed hero is a vampire

Bueno acá está me he fangirleado con cada palabra como no tienen idea xD el tema de los vampiros es algo bastante ehm...asdasdas(?) para mí así que bueno en general yo teniendo ideas vampirezcas no somos el mejor ejemplo de equilibrio mental. Con la muy agradecida aparición de Eun woo xDDDD AJAJAJAJÁ...ok, solo lean xD.

Dedico a mi omma Naty Sáciga y sarang espero les guste chikokas

mi fugar.

Todo pasaba muy rápido y confuso.

Casi como un mal sueño...una pesadilla.

Con el toque exacto de realidad para erizarte los vellos del cuerpo y rogarle a Dios poder despertar.

Si bien una parte de mi cerebro intentaba convencerme de que soñaba.

Aún quedaba esa otra no tan compasiva.

Que sentía mucho frío.

Y no podía ver absolutamente nada por la oscuridad.

La que no podía sentir las piernas. O alguna otra parte que no fueran sus venas y arterias, en realidad.

A la que el viento le comprimía con tal fuerza el pecho que le quitaba el aire.

Sí.

Esa que no se casaba de decirme a gritos que todo esto era real.

Que él era real.

Que su agarre en torno mis brazos para sostener mi cuerpo maltrecho de la forma que estuviera haciendo, no eran producto de las tantas botellas que había bebido ese día.

Que ese vampiro, porque sí eso debía ser después de todo tenía ojos amarillos, un par de colmillos y chupaba sangre, que se desplazaba entre la hierba alta y los árboles de lo que debía ser un bosque con una velocidad que superaba con creces los records de los últimos años y probablemente el de los que estaban por venir…era muy real.

Y entonces sentí miedo de verdad.

Porque hasta donde tenía entendido, esas criaturas se alimentaban de nuestra sangre. Y que hubiera tenido el detalle de dejarme con vida solo significaba que tenía mejores planes para mí.

Y las imágenes de todas aquellas cosas que podría hacerme me petrificaron el cuerpo, procuré no gritar del espanto.

No quería darle razón alguna para tomarse más del tiempo necesario en mi eventual homicidio.

Así que me tragué las lágrimas y sollocé en silencio el dolor enorme que sentía.

Después de todo estaba prácticamente desangrándome por la yugular, podía sentir mi sangre escapando de la compresión que él ejercía inútilmente con una de sus grandes y frías manos sobre mi cuello.

Mi vista comenzaba a volverse borrosa.

Y el dolor a anestesiarse o quizás era yo el que perdía lo conciencia. No lo sé.

Pero lo último que fui capaz de percibir fue una pequeña cabaña escondida entre las profundidades, la luz entre amarilla y rojiza que dejaba verse por las angostas ventanas, en específico.

Y la voz del vampiro decirme entre susurros, “resiste Youngwoong.”

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Desperté en la camilla de un hospital esa mañana.

La luz fluorescente del techo me pegó directo en la cara. Y el olor aséptico me nubló los sentidos.

Sentí la máscara de oxígeno sobre mi rostro y quise quitármela pero mis brazos no obedecieron.

Y así, postrado en esa cama e incapaz de mover parte alguna de mi cuerpo escuché una voz conocida gritar a lo lejos, “ha despertado por favor alguien ¡Ayuda!”

Sentí las manos del dueño o dueña de la voz acariciarme la frente, antes de volver a gritar por ayuda. Y una de sus lágrimas me golpeó la mejilla izquierda.

Parpadeé repetidas veces e incluso mis ojos empezaron a lagrimar por el esfuerzo pero lo único que alcancé a identificar fueron las sombras de su cabello largo.

Era una mujer.

Escuché los pasos de unas tres personas más entrar en la habitación y sentí sus sombras acercarse a mi camilla.

El frío empezaba a ascender desde mis pulgares del pie hacia cada rincón de mi cuerpo. Las voces de todas las personas presenten comenzaban a aumentar de volumen. Y la mano que ahora sostenía entre mis dedos se volvía humo.

Me iba, podía sentirlo.

Los latidos de mi corazón perdían el ritmo.

La luz empezaba a opacarse y de pronto todo se volvía oscuro de nuevo.

“¡Epinefrina!” Una voz aulló.

Y entonces lo sentí.

Dolor.

Proveniente de alguna parte de mi cuerpo que no alcanzaba a identificar.

Un dolor tan agudo y profundo que me hizo gritar para mis adentros, y obligó a mi cuerpo a convulsionarse hacia adelante.

Mis manos se cerraron en torno a los delicados dedos que intentaban darme apoyo, con una fuerza tal que estuve cerca de romper sus huesos.

Duele – quise decirles.

Duele mucho, quítenmelo por favor.

Pero no pude y el dolor retorcía mis vísceras.

Me arrancaba gruñidos desde el fondo de la garganta.

La voz me lloraba en el oído, “Jaejoong, por favor ¡por favor! Quédate conmigo”

E intenté concentrarme en ella.

Los doctores no tardaron mucho en estabilizarme. Y aunque el dolor no se había ido del todo era una contrastante mejora que recibía con aleluyas en mi fuero interno.

Uno de los doctores le ordenó a alguno de los enfermeros que avisara a mis padres y el otro le pidió amablemente a Eun woo que se retirara.

Pero no solté su mano.

Y a regañadientes la dejaron quedarse.

Ella se quedó muy quieta en su asiento. Prácticamente, la única vez que se atrevió a moverse en los 20 minutos que estuvimos solos fue para besar mi frente y susurrarme al oído que me pondría bien así que por favor descansara.

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Cuando volví a abrir los ojos.

Estaba en mi casa.

En mi habitación.

Ahí donde había empezado todo. Y la que con seguridad sería la fuente de mis futuras pesadillas.

Mis padre llegaron unos minutos después acompañados de Eun woo.

“¿Te duele algo?” me preguntó mi padre ni bien me supo despierto.

Yo negué con la cabeza.

Mi madre me reclamó en su regazo lo más sutil que pudo. Y las dulces pero cansadas facciones de Eun woo, me sonrieron a su lado.

“Nos has dado un susto,” gimió mi madre, mientras me obligaba recostarme de nuevo y me cubría con las sábanas.

“¿Qué pasó?” pregunté

“Nos robaron” respondió mi padre, pude ver en sus ojos el claro resentimiento y el dolor que había sufrido, “esos hijos de puta entraron a la casa esa noche, te defendiste y te llevaron con ellos después de dormirte. Pero despertaste antes de lo que planearon por lo que viste sus rostros así que ellos...ellos te abrieron la garganta y te abandonaron a morir por el camino.”

Eun woo reprimió un sollozo desde su sitio.

“Afortunadamente,” continuó mi madre, “un muchacho te encontró a los pocos segundos, había visto la van negra tirar algo muy parecido a un cuerpo y llamó a la policía incluso antes de comprobarlo, gracias al cielo tenía algunos conocimientos en primeros auxilios y te comprimió la hemorragia como pudo hasta que la ambulancia llegó.”

La explicación que me relataban resultaba mucho más creíble que la que yo recordaba haber vivido ¿Había sido un sueño, después de todo?

Un producto de mi imaginación.

“¿Quién me-?”

“Su nombre es Yunho” respondió Eun woo esta vez, “Jung Yunho, la persona que te salvó la vida...y la persona a la que le estaré eternamente agradecida.”

Sus ojos marrones se clavaron vidriosos en los míos y tuve el impulso de levantarme, sostenerla entre mis brazos y pedirle disculpas por todo lo que debía haberle hecho pasar con todo esto.

“Lo sé Eun woon-ah” le susurró mi madre...la adoraba.

“Tu padre y yo aún no hallamos la forma de transmitirle cuan agradecidos estamos en realidad...le hemos ofrecido todo cuanto hemos podido pero se niega a aceptar nada a cambio dice que es algo que hubiese hecho cualquier otro en su lugar,” me dijo sonriendo mientras terminaba de secarse los rastros de lagrimas en su rostro.

“Le debemos todo” mi padre agregó, “así que iba a pedirte que hablaras con él, quizás nosotros le intimidamos un poco porque somos mayores, pero es de tu edad así que se supongo van a entenderse”

“¿En dónde?”

“Está esperando abajo en la sala,” respondió mi madre, “le avisamos cuando despertarse, supusimos que querrías agradecerle lo más pronto posible.”

Asentí con la cabeza.

“Bueno entonces, le diremos que suba. No te sobre esfuerces descansa.”

Ambos salieron de mi habitación pero Eun woo no les siguió.

Se quedó de pie en el umbral sosteniendo la cerradura entre sus manos. Dudando si decirme o no todo aquello que querría decirme. Y que moría por escuchar.

Pero solo se dio la vuelta para susurrarme un “descansa” y dejarme completamente solo.

El sueño me azotó de nuevo una vez estuve a oscuras de nuevo.

Mis músculos se relajaron.

Y pudiendo percibir el aroma de mis seres queridos, me sentí protegido.

La puerta sonó de nuevo.

Y apenas levanté la mirada. El mundo se me cayó de nuevo.

“¿Tú?”

Él recién llegado giró en sus talones y echó llave a la puerta que acababa de cerrar tras sí mismo.

“¿Es esa la forma en la que agradeces a la persona que te salvó la vida?” me preguntó, “tu madre me había dejado una impresión diferente de ti.” me dijo decepcionado.

“¿Qué haces acá? ¿Quién eres? ¿Por qué estás haciendo esto? ¡Si no te alejas, gritaré!”

“Adelante,” las comisuras de los labios se le curvaron dibujando una sonrisa macabra, “provoca una masacre...estoy algo sediento.” Los ojos dorados se encendieron de nuevo y los puntiagudos colmillos se dejaron entre ver con su sonrisa.

“¿Qué quieres de mí?” le pregunté con miedo.

“De ti no quiero nada,” me respondió desdeñosamente.

“Entonces ¿Por qué haces esto? ¿Por qué no-?”

Su abrupta cercanía interrumpió mis palabras.

Sus fríos ojos amarillos se clavaron en los míos mientras me repetía, “he dicho que de ti no quiero nada,” me susurró, “quiero a lo que está encerrado en este cuerpo.”

Mis ojos se abrieron de par en par cuando sentí sus manos bajar el zip posterior de la bata de hospital que usaba.

“Solo quiero un poco de esto,” me dijo recorriendo toda la línea de mi espalda hasta introducirse por debajo de mi ropa interior y tocar mi trasero, “dime youngwoong...es mucho pedir.”

Su nariz volvía a enterrarse en mi cuello.

Sus manos volvían a ascender hasta posicionarse a los costados de mi cara y desviarla hacia uno de los lados para tener una mejo visión del área que invadiría por segunda vez.

Me quitó el vendaje con los dientes.

Y mi cuerpo entero se contrajo del miedo. Apreté los ojos con fuerza y me mordí los labios por dentro mientras esperaba el ingreso de sus cuchillas en mi carne.

Y un gemido se me escapó cuando sentí su lengua recorrer mis heridas.

Mis manos apretaron sus hombros mientras sentí la punta de su músculo humedecer la piel de mi cuello con una delicadeza tal que me puso la piel de gallina.

“Tranquilo,” me dijo, “no volveré a hacer nada estúpido.”

“No tienes idea de lo bien que huele tu esencia de humano,” me susurró mientras me alzaba de alguna parte y amarraba mis piernas alrededor de sus cadera, “¿acaso olía yo así de bien cuando me conociste?”


"Y yo que siempre pensé que eras tú el irresistible" Una de sus manos vago por mis muslos muy despacio mientras caminaba conmigo cargado hacia los pies de mi cama.

Y se arrodilló en ella para luego dejarnos caer a ambos, él encima mío.

“Se mío,” me susurró.

Y un calor nunca antes experimentado se expandió por todo mi cuerpo. Una de sus manos subió a mi mejilla y la acarició con el dorso.

“Se mío Youngwoong...”

Y ese nombre que tanto repetía fue el que me devolvió a mis sentidos. Me hice a un lado y lo empujé lo más fuerte que pude.

Escuché su gruñido. Y ese par de ojos amarillos volvieron a encenderse con amargura.

“No,” le contesté, “no puedo ni quiero ser tuyo, y solo para que al menos lo tengas en cuenta, mi nombre no es Youngwoong es Jaejoong, Kim Jaejoong y lo siento mucho pero no soy la persona que estas buscando, así que te agradecería mucho que salieras de mi vida.”

Él se rió desde su sitio.

“Quien decide si se queda o va soy yo, querido” su voz retomó el tono arrogante del principio, “y lo siento mucho pero...ahora tendrás que compartir techo conmigo.”

No pude exigirle que se explicara.

O refutarle si quiera.

Pues se puso de pie con agilidad y en menos de un parpadeo volví a quedarme a solas...

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