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Se necesitan dos para pelear

lunes, 10 de septiembre de 2012
Odien a Yoochun lalalalalala♪♫
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Pueden discrepar todo lo que quieran.

 

Citar experiencias o etcétera.

 

Pero lo cierto es que solo determinadas personas pueden ser ¿Cómo decirlo con tacto? Hmm...no, no encuentro un sinónimo totalmente apropiado así que solo lo diré a secas: putas.

 

Kim Jaejoong por más inherentemente sexy que fuera y demás adjetivos calificativos a los que estaríamos muy dispuestas a asociarlo lamentablemente no pertenecía a este tan variado grupo.

 

Y aunque las acciones que pensaba realizar a continuación lo harían indudablemente merecedor del adjetivo. Existe y existirá un ente que reside en nuestro non-sexy mundo con el único objetivo de preservar el equilibrio entre los putos y no putos y de paso jodernos la vida, algunos lo llaman realidad man, yo prefiero llamarlo el gurú del epicfail.

 

De modo que aquella escena magnifica que se reproducía en la pequeña cabecita de Kim simplemente no podía ser posible.

 

La remera salió por arriba de sus hombros y brazos de un tirón rudo para luego caer sobre el piso con un ruido sordo.

 

A esas alturas podríamos aseverar dos cosas concretas.

 

Primero, Changmin había captado solemnemente lo que su novio intentaba/quería hacer.

 

Segundo que no pensaba, quería o iba a intentar hacer algo por detenerlo.

 

Quizás por la mera curiosidad. Por el shock.

 

Quién sabe.

 

Lo cierto es que él en esos justos momentos solo tenía cerebro para ordenar a sus ojos no perderse un solo detalle del cuerpo de su pelirrojo.

 

Porque para su cerebro en esos momentos Jaejoong era todito suyo.

 

Su remera había caído a sus pies.

 

Y aunque el pecho y abdomen fornido eran algo que Changmin había esperado, tenerlo en vivo y en directo le hizo sentir una pequeña chispa de calor en el estómago.

 

Sus ojos se clavaron a continuación en esas manos que empezaban a deshacerse de la correa.

 

Changmin tragó su saliva con la ansiedad latente en un punto entre sus jeans.

 

¡Oh God! Lo siguiente sería el pantalón.

 

O mejor dicho debería haber sido.

 

De no ser por el horroroso e histérico grito que se oyó desde la puerta del cuarto.

 

Tanto castaño como pelirrojo voltearon a ver la fuente del sonido gutural, uno del color del papel, el otro el de un tomate bastante maduro no exactamente en ese orden.

 

Porque sobre el marco de la puerta se encontraba nada más y nada menos que Yoochun freakin Park.

 

Esto no está pasando, esto no está pasando, esto no está pasando – rogó un Jaejoong 95% trágame tierra, 5% Oh por el amor de Buda tienes que estarme jodiendo.

 

 

Lamentablemente para él. Sí qué pasaba.

 

 

“¿QUÉ DEMONIOS ESTAN HACIENDO?” la voz dos octavas más alta de lo normal de determinado rulos preguntó.

 

“No es lo que parece,” se excusó el befi, “lo juro Chun yo no...”

 

“¡Por tu bienestar físico y psicológico espero que no!” respondió este con la cara tan roja y los celos a flor de piel, “Tú, tú desgraciado hijo de puta ¿Qué mierda tienes en la cabeza? ¿Qué intentas hacer?”

 

 

Avanzó dos pasos hacia Changmin y sin preludios lo levantó por la camisa.

 

Jaejoong ahogó un grito sin saber qué hacer.

 

Susurrando excusas y generalmente tan solo intentando limpiar su nombre ante los ojos de la persona a la que amaba.

 

Park Yoochun.

 

Aquellas no eran de ninguna manera noticias nuevas para Shim.

 

Pero aún así... sus manos expulsaron rudamente al pelinegro fuera de su espacio personal.

 

E intentaron planchar con sus palmas su arrugada camisa.

 

Lo que pasó a continuación fue meramente fruto del despecho. De los si tan solo. Y otras cosas que Changmin no podría analizar en esos momentos por la cólera que se irradiaba rápidamente por sus venas.

 

 

“¿Y qué problema tiene? somos novios ¿no?,” le dijo.

 

 

Jaejoong sintió su presión arterial irse a la mismísima mierda al escuchar a su “novio.”

 

¡SE SUPONÍA QUE DEBERÍA ESTAR AYUDÁNDOLO A NEGARLO TODO!

 

Yoochun temblequeó de la ira en su lugar.

 

 

“Ni tú ni nadie le va a poner un dedo encima a mi...”

 

“¿A tu qué? Es solo tu amigo, no tienes derecho a decidir con quién quiere tener sexo o no.”

 

 

A esas alturas Kim ya estaba con un pie en el más allá. Con la remera puesta en su lugar de nuevo y el orgullo en el país de nunca jamás.

 

 

“¡Es todo! ¡Ya tuve suficiente de ti, esto se termina aquí! ¡AQUÍ ¿ME OYES?!”

 

“¿Qué vas a hacer, Chunnie-ah? ¿Vas a golpearme? Esto se termina cuando Jaejoong deje de amarme.”

 

 

Ok. Eso era un golpe bajo.

 

Y la patada de Yoochun en sus huevos también lo fue.

 

 

 

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La gente no es tonta.

 

Está tan pendiente de cada pequeña cosa que ocurre en los círculos sociales importantes para así poder crear el drama perfecto y de paso poder sobrevivir a la parquedad de sus día día.

 

Por tanto era algo obvio de suponer que los rostros moreteados de Shim y Park aquella mañana del jueves fuera sin lugar a dudas la peor de las comidillas.

 

Los acertados rumores de un posible enfrentamiento por el bombón de Jaejoong se diseminaron en todas las redes sociales existentes y de paso alertado a cierta ahora preocupada señorita.

 

 

“¿Qué pasó?”

 

 

Yoochun la miró. Una puñalada de culpa se clavó en su corazón y otra de caradura en su espalda mientras la abrazaba y se quejaba, “el bastardo de Jaejoong...”

 

Una punzada de celos recorrió la espalda de su novia.

 

Sabía de los sentimientos de Jae hacia Yoochun. Los había sabido desde que los conoció. Probablemente todo aquel que habría podido interactuar con ambos al mismo tiempo. Bastaba con solo notar la forma en que Jaejoong lo miraba.

 

Y no podrí culparlo.

 

Ella también había quedado irremediablemente enamorada de Park. Por eso siempre evitaba mostrarse muy cariñosa frente a él porque al fin y al cabo no quería que el pelirrojo mejor amigo de su novio la odiara.

 

Le caía muy bien.

 

Jamás le había dicho a Yoochun tampoco.

 

Quizás por miedo a como fuera a reaccionar.

 

Por miedo a que considerara a Jaejoong y la dejara.

 

Y también por respeto. Sabía que los sentimientos que Jaejoong tenía por el ratón eran un conflicto existencial bastante marcado dentro de sí mismo.

 

Aquello sería algo que él debería decirle personalmente pero...

 

Tenía tanto miedo y cólera.

 

Porque Yoochun actuaba de una manera que traspasaban los celos de amigo. Y le dolía pensarlo.

 

 

“¿Qué pasó con Jaejoong? ¿Está bien?” se hizo la tonta

 

“Está mal de la cabeza ¡eso es lo que está! ¿Qué otra explicación habría para que saliera de pronto con ese animal? Y encima ¡encima!”

 

“¿encima...?”

 

“Nada, no quiero ni decirlo en voz alta.”

 

“¿te peleaste con Changmin entonces?”

 

“¡Le di una paliza!”

 

“El parece haberse defendido también,” le dijo ella tocando muy despacio el moretón sobre el pómulo izquierdo de su novio.

 

“Argh...” se quejó este.

 

“Ven vamos a la farmacia voy a comprar una medicina que te ayude a bajar esa hinchazón.”

 

 

Yoochun la siguió en silencio.

 

 

 

 

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“¡Jaejoong!” Le llamó el castaño cuando lo vio entrar a lo que era desde hace unos días su nuevo salón favorito para estudiar en los grandes huecos de sus horarios

 

Como era uno de los salones vacíos del último piso en ese pabellón no había elevador al 95% de universitarios comunes y silvestres les daba mucha hueva chantarse los seis pisos y por tanto terminaban en los diferentes grupos de estudios o en sus respectivas bibliotecas.

 

Jaejoong al parecer también había estado buscando un poco de soledad. Tenía el morral colgado a la espalda y un libro en sus manos. Cuando lo vio simplemente dio media vuelta ignorando su llamado y salió.

 

Changmin se apresuró a ir detrás de él.

 

 

“Eh Jaejoong,” le cogió un brazo.

 

 

El pelirrojo se liberó de un manotazo tan bruscamente que el libro que llevaba en la otra mano se le fue al piso.

 

 

“Piérdete,” le espetó.

 

 

Agachándose para recoger su libro y un resaltador que había salido expelido del mismo a unos pasos.

 

Changmin se cabreó.

 

 

“En el campus estas obligado a...”

 

“¿Qué mierda quieres de mí, Changmin?” Gritó, el resaltador golpeó una fila de locker’s abandonados de la patada que Jaejoong le había dado, “Mira, puedo soportar el asco que me da cogerte las manos o fingir si quiera que disfruto tu compañía porque no tengo de puta otra porque ¡oh sí! determinado hijo de puta me está extorsionando pero lo que sí no voy a permitir es que ese bastardo le ponga un dedo encima a mi Yoochun ¿escuchas?”

 

 

Unas disculpas no vendrían mal, lo sabía.

 

Porque aunque Yoochun lo hubiera empezado enroscarse en una pelea con alguien era algo a lo que Changmin siempre le había tenido repudio.

 

Esa no era su casa.

 

Y él no era un adolescente cualquiera que terminaba cayendo bajo las insinuaciones de cualquier imbécil.

 

Sin embargo...

 

No podía. Simplemente no. Admitir que hizo mal sería dejar a Yoochun bien frente a los ojos de la única persona de quien le importaba las opiniones. No que Shim fuera admitir esto último tampoco.

 

Así que al mejor estilo soy un completo sinvergüenza and i have no regrets, abrió la bocaza y dijo, “pero...él se lo buscó, cariño.”

 

 

La cara de su novio fue un poema.

 

Pasó de sorpresa a una mueca de total disgusto para luego ser indignación y terminar en ira.

 

 

“¡Por el amor de Dios! Sólo vete a la mierda...vete a la putísima mierda ¡que un jodido tráiler te rompa las pelotas y los huesos bastardo subnormal! ¡y espero que te vayas derechito al infierno! ¡AL INFIERNO! ¿Me oyes?”

 

 

Estuvo de lanzársele encima para molerlo a golpes cuando escuchó los pasos de alguien subiendo las escaleras.

 

 

“Ni cagando te sigo el jueguito,” le escupió con asco antes de caminar hacia las otras escaleras y bajar a pisotones.

 

 

Una morocha apareció. Con el cabello muy lacio atado en un moño alto y un cerquillo mono que ocultaba un frente alba y acentuaba unos ojos bastante bonitos.

 

La chica dio un vistazo a sus costados.

 

 

“Lo siento, dejé un libro dentro,” le dijo señalando el salón en el que él había estado estudiando/durmiendo, “no intento interrumpir nada o...”

 

“Oh no, no es nada, él bueno no importa...”

 

 

Hubo un silencio incómodo.

 

 

“Si de algo sirve...no creo que nadie pueda estar enojado contigo por mucho tiempo,” susurró.

 

 

Changmin le sonrió.

 

Ojalá y eso fuera cierto – pensó.

 

 

“¿a que sí? ¡Oh! y en cuanto a tu libro,” le dijo caminando hacia el salón, “Sí te refieres a uno de economía, yo lo tengo.”

 

“¡Gracias a Dios!” exclamó ella aliviada

 

“En realidad es algo bastante imposible que alguien se lleve algo tan interesante, al menos en esta facultad.”

 

 

Tenía unos ojos castaños claros bastante adorables.

 

 

“En realidad no es un libro de economía,” le dijo ella entre risitas.

 

“¿Ah no?”

 

“No,” negó con la cabeza, “es Harry Potter, es solo que las clases con Albert son demasiado ehm... cargadas...”

 

 

Changmin rió.

 

Intentó inhibir su alma Gryffindor que fangirleaba cuando escuchaba los apellidos Potter, Granger, Weasley o Black. Y se concentró en mantener su estatus como persona de 22 años. Un casi adulto.

 

Sí claro...

 

 

“¿Y cubriste la pasta con una de otro libro?” le preguntó impresionado abriendo el libro para confirmarlo.

 

“Es que si te ve leyendo no te dice nada así que...”

 

 

Changmin volvió a reír.

 

 

“Eres una genio,” exclamó.

 

 

La chica sonrió muy pagada de sí misma.

 

 

“¿Y cuál es?” le preguntó devolviéndoselo.

 

“La quinta estoy volviendo a releerlas pero en inglés para mejorar mi léxico y eso...”

 

“¡Genial! Tal vez y copie tu idea,” rió tenía más o menos unos cinco libros a los que cambiarles la portada, “¿y a todo esto ma’am cual es su nombre?”

 

“Sena,” respondió ella.

 

 

Ahora que lo notaba tenía bonita voz.

 

 

“Pues un gusto Sena, Shim Changmin a tus servicios.”

 

“Sé quién eres,” rio ella, “creo que todos,” rodó los ojos en broma.

 

“Oh sí, es que siempre olvido que no tengo privacidad,” bromeó el también.

 

 

Aunque fuera cierto.

 

El celular de la muchacha empezó a sonar de pronto.

 

Lo sacó de su bolso y al mirar la pantalla pegó un salto, “¡Oh mierda! Es la alarma tengo 5 minutos para llegar al otro edificio.”

 

“Pues yo que tú me tiraría si quiero hacerla.”

 

 

La muchacha se carcajeó.

 

 

“Ha sido un gusto Changmin,” le gritó en su camino apresurado fuera del salón, “nos vemos luego.”

 

 

Si luego – pensó.

 

Miró sus libros regados sobre la carpeta.

 

Uno de ellos abierto y a medio resaltar, suspiró hasta que de pronto se dio cuenta de algo.

 

Esperen...

 

¿Acababa de tener una conversación con una bonita muchacha de su edad promedio y había pseudo-coqueteado con ella?

 

 

 

 

 

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Espero haya gustado >< no me odien. Peace~

 

 

 

Changmin alias la niñita

jueves, 30 de agosto de 2012
Esto está tan random. Bueno espero no me lancen tomates en mi defensa mi vecina está haciendo una fiesta de karaoke al lado y bueno sus amistades no tienen las habilidades vocales más envidiables en la faz de la tierra. Así que después de que termine de postear esto posiblemente me suicide (: Fue un gusto escribir para ustedes.
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“¡No puedes quedarte ahí por siempre!” gritó un pelirrojo enfurecido aporreando la puerta de su baño.

 

 

Ese pequeño cuarto de 4x4 en el que se hallaba su espantado novio.

 

Jaejoong podía ser un desequilibrado mental bastante peligroso cuando lo quería. Y no había forma de que Shim Changmin abriera esa puerta. Sus pelotas corrían peligro inminente y estaba seguro de que sería un desperdicio para el mundo, así que por el bien de la humanidad se hallaba ahí tratando de razonar con Kim, no que estuviera funcionando claro.

 

 

“¡Ni de joda!” le respondió de su lado, “Al menos no hasta que te calmes.”

 

“¡ME CALMO NADA!”

 

“¿Pero que hice ahora?”

 

 

Jaejoong había empezado a lanzarse contra la puerta ¿Es que planeaba echarla abajo? Ciertamente el aspecto delicado que dejaba ver difería bastante de su temperamento.

 

Si no lo calmaba pronto sería encontrado en una maleta hecho pedazos.

 

 

“¿Qué qué hiciste? ¿Qué QUE HICISTE? ¡Serás hijo de puta!” La embestida fue mayor, “¿Por qué mierda me viste? ¡Tú bastardo chantajista y pervertido!”

 

 

Las bisagras dejaron una marca en la pared.

 

 

“¡Eh! Que mi madre es una muy decente mujer.”

 

“¡Que salgas!” Otra incluso peor.

 

“¡Eh, eh vale Jaejoong saldré, saldré solo..!” Otro golpe más, “solo deja de hacer eso joder.”

 

 

Hubo silencio.

 

Changmin giró el pomo con la adrenalina picándole las yemas de los dedos.

 

La puerta se abrió muy despacio. Shim puso un pie afuera con cautela, cogiendo aún el pomo de la puerta por si se veía en la obligación de meterse a su refugio de nuevo.

 

Encontró a Jaejoong apoyado en la pared contigua.

 

Con la cara muy roja e intentando captar el aire a bocanadas por el reciente esfuerzo físico.

 

 

“¿No vas a matarme o sí?“ le preguntó dando una mirada al pasillo por el que podría huir si Jaejoong hacía el menor atisbo de querer tirársele encima.

 

 

Si bien era más corpulento que el pelirrojo y casi una cabeza más alto. El hombrecillo ese parecía sacar fuerzas de alguna fuente intangible y por lo visto inagotable.

 

 

“Quiero pero ¿Sabes qué? simplemente no voy a mancharme las manos,” siseó tirándose algunos mechones empapados de sudor de la frente.

 

 

Su cuello sonó dolorosamente cuando sus estructuras óseas rozaron unas con otras en un intento claro de disipar su cólera.

 

 

“¿Seguro no quieres pegarme aunque sea un poquito?”

 

“No estás haciendo mucho para mantener tus dientes en su sitio, Shim.”

 

“Uy ahora nos llamamos por apellido,” recibió un fuerte golpe en el hombro que lo mandó a callar al segundo.

 

“Mierda ¿Por qué tenias que ser justo tú quien...? ¡Argh! ¿Por qué demonios me haces esto?” preguntó ahora mirando hacia arriba.

 

 

Sí, ahora estaba hablando con el señor.

 

 

“¡Que soy una buena persona joder! ¿Y que si me enamoré de él?” le gritó, “¿Y que si le quiero tanto que solo quiero estar a su lado de la forma que pueda? Tienes que mandarme a este hijo de puta para devolverme al camino,” ironizó, “¿Quieres que aborrezca a los hombres después de esto? Porque te está funcionando.”

 

 

Era un hecho. Iba a irse derechito al infierno. No merecía menos. Y Jaejoong a un psiquiátrico.

 

El pelirrojo pasó por su lado como un bólido hacia su habitación.

 

 

“Más te vale elegir una buena película ¿me escuchas?” le gritó desde dentro.

 

 

Changmin se lanzó a la sala en busca de las películas antes de que su novio volviera y le hiciera papilla.

 

Después de leer muchas sinopsis y no quedar ni remotamente contento con ninguna esperó a que el señorito saliera del cuarto para ir juntos a rentar una.

 

Y solo para dejarlo en claro, eso no era una cita.

 

Jaejoong salió de su habitación oliendo exquisitamente a lavanda. Con los cabellos aún húmedos y algo desordenados, del modo que solo un modelo de pasarela internacional podría lucir. Su novio se había bañado para bajarse los humos un poco. Llevaba los mismos jeans pero una remera diferente. Y en general lucía tan impresionante como siempre.

 

 

“Genial,” apuntó Changmin.

 

 

El pelirrojo ni siquiera se preocupó por dirigirle la palabra y tan solo alzó una ceja.

 

 

“Estamos yendo a rentar una película.”

 

Jaejoong le dirigió una mirada de: ¿me estas jodiendo?

 

El repertorio gestual de Jaejoong era bastante amplio. Sino la hacía como músico, podría tratar como actor. Con ese físico y esa actitud ya lo veía derramando lágrimas en tv nacional es más sobre alguna alfombra roja.

 

 

“Si vamos a salir porque no simplemente vemos una película y ya.”

 

 

Era oficialmente una cita.

 

 

“Ahm bueno si quieres...”

 

 

Pero era muy bueno para ser verdad.

 

 

“Así me ahorro la mar de palomitas que estoy seguro vas a dejar sobre mi alfombra.”

 

“¿Es que soy un animal?” le preguntó indignado.

 

“No quieres que responda eso.”

 

 

Changmin prefirió pasarle el adjetivo por alto y evitar otra pelea.

 

Felizmente había traído dinero de más. Probablemente iba a tener que pagar por la diva de Jae y si de algo estaba seguro era que el puñetero iba a pedirse tanto gaseosa como popcorn extra grande. Una sonrisa inconsciente se le pintó en los labios.

 

Estaba feliz no iba a negarlo.

 

El porqué exactamente tenía muchos factores.

 

Primero: que gracias a esto los rumores se esparcirían aún más y podría declararse al fin libre.

 

Segundo: porque si alguien “de casualidad” les tomaba una foto y la subía en internet la facultad entera, y por facultad entera se refería específicamente a Yoochun se enteraría al día siguiente lo muy romántica que habría sido su cita.

 

 

“¿Vamos a andar con las mochilas?” le preguntó.

 

“Corrección aquí la pregunta es: ¿vas a andar con la mochila? Porque yo la pienso dejar aquí y llevarme solo un bolso,” le dijo cogiendo de paso también un abrigo.

 

“¿Puedo dejar mi mochila y venir por ella luego?”

 

“¿Tengo otra opción?”

 

 

Changmin rodó los ojos. Tampoco había esperado que Jaejoong fuera cooperativo exactamente. Él era el extorsionado aquí después de todo.

 

 

 

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“¿Qué hay de roma con amor?” preguntó

 

“No seas niñita. Dos tickets para -los que penan- por favor”

 

“¿Lo-los que penan?”

 

 

Jaejoong le hizo un gesto para que callara.

 

 

“Son 10 dólares,” le dijo la encargada.

 

El pelirrojo sonrió galante. Luego se volteó hacia Changmin y lo más caradura posible le exigió, “dame 10 dólares.”

 

“Oh por supuesto,” ironizó el otro.

 

 

Jaejoong simplemente tomó los dólares que le eran ofrecidos y recibió los tickets.

 

 

“Tenemos 10 minutos, seguramente ya deben estar entrando,” le avisó mientras se acercaba al mostrador de las golosinas.

 

 

“Extra grande, por favor,” pidió.

 

“Son 8 dólares.”

 

“Ok, Changmin”, le llamó.

 

“¿Quieres ocho dólares verdad?”

 

“Ahá.”

 

“Pide algo para mí también al menos.”

 

“Ay bueno un cavanossi para la niñita por favor.”

 

“¡Oh muévete!” lo empujó

 

 

Jaejoong soltó una risilla mientras se colgaba de uno de sus brazos juguetonamente en un intento de no moverse del mostrador. Changmin intentó moverlo con su codo pero el pelirrojo se sostuvo aún más del mostrador.

 

No quería agarrarlo por la pequeña cintura de avispa que tenía y moverlo a un lado pero ya que no le dejaba otra opción...

 

Sus manos se posaron inocentemente sobre sus caderas dispuestas a cargarlo pero cuando Jae sintió la dermis de su novio sobre sus jeans se quedó muy quieto, de modo que Changmin solo tuvo que reposar su mentón sobre su hombro para decirle, “Cariño, se que quieres compartir tu popcorn conmigo y experimentar el tan usado cliché de nuestras manos cogiendo la misma palomita pero nuestro romántico momento va a ser interrumpido por mi estómago hambriento.”

 

“Sólo compra tus palomitas ¿quieres?” le empujó mientras iba con su bandeja hacia la fila que ya ingresaba a su sala y las mejillas bastante encendidas.

 

 

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“Fue sin duda la película con más bajo presupuesto que he visto en mi vida, es decir ¡era tan monumentalmente falsa!”

 

 

Changmin largó una carcajada al escucharle.

 

La verdad es que se había asustado un poquitito. No que fuera admitirlo, claro.

 

El camino de vuelta a casa no fue tan silencioso como la ida. Jaejoong no paraba de hablar de lo pobre que era la trama en general. Y la adicción de los espectadores de hoy en día por lanzar kétchup o partes humanas en tercera dimensión.

 

En realidad, ese Jaejoong parlanchín y relajado no le desagradaba del todo. Es más...como que le gustaba.

 

Subieron al elevador algo cansados. Habían sido casi 10 cuadras de caminata y ninguno de ellos era tan atlético que digamos. Solo habían nacido con la contextura de Da Vinci.

 

“¿Vives aún con tu madre y no se pone ahm –especial– cuando te haces tan tarde?”

 

“No realmente ¿es muy tarde?”

 

 

De que estaba oscuro, lo estaba. Pero no había revisado su BB desde hace buen rato.

 

¿Cuánto habría demorado la película?

 

 

“No del todo son las 9,” se apresuró a responderle Kim con su móvil en las manos.

 

 

Rebuscaba su bolso por sus llaves sin mucho éxito.

 

 

“Argh siempre lo mismo,” renegó.

 

 

Changmin solo sonrió.

 

 

“Eh, dame, dame no te desquites con tu pobre bolso que él no tiene la culpa de que su dueño no pueda ubicar sus llaves ¿Qué no tienes un bolsillo en donde siempre lo pones o algo?”

 

“¡Sí! Pero siempre busco algo y muevo todo y... ¿la encontraste?”

 

“Acá está.”

 

“Argh,” se la quitó de las manos.

 

 

Entraron a su departamento con un Jaejoong aún resondrando a su llave y un Changmin cada vez más cómodo con su personalidad tan peculiar.

 

 

“Ponte las pantuflas ¡eh!”

 

“Lo haré, lo haré su majestad,” bromeó sentándose sobre el escalón que había en la entrada para descalzarse.

 

 

Jaejoong solo pasó por encima de sus piernas largas desparramadas en su camino hacia su habitación, “no voy a gastar mi saliva discutiendo contigo,” le dijo.

 

 

“Eh ¿A dónde vas?” le preguntó calzándose ya las pantuflas.

 

 

Jaejoong no le respondió.

 

Changmin volvió la vista a la puerta.

 

De pronto sintió esa sugestionanate sensación de que un asesino serial estaba detrás de él. Un departamento silencioso podía ser muy aterrador y por el amor de dios Jaejoong tenía razón: era toda una niñita.

 

Así que con la autoestima en el piso se lanzó pasillos adentro en busca de su novio.

 

Empujó la puerta de la habitación del susodicho y lo encontró sin el abrigo, descalzo y con el pijama sobre su cama dispuesto a cambiarse seguramente.

 

 

“¿Te importa? Quiero cambiarme,” le dijo con las manos en su remera en un claro gesto de querer quitársela.

 

“¡Oh vamos! Prácticamente todo lo significante que tenía que ver ya lo he visto,” le dirigió una significante mirada a su entrepierna.

 

 

Las mejillas de un muy avergonzado Jaejoong se tiñeron de un rojo muy concentrado.

 

 

“Además no tienes nada de lo que preocuparte, no bateo de tu lado.”

 

 

Y aquello era todo.

 

¡AQUELLO ERA TODO!

 

Sinceramente en todos sus años de vida nunca había conocido a una persona que fuera capaz de sacarle de sus casillas de la manera que Changmin hacía.

 

¡NUNCA!

 

¿Acaso el hijo de puta estaba juzgándolo?

 

¿Se creía más porque tenía las preferencias sexuales que la sociedad indicaba?

 

¡Oh no!

 

Dejaría que cualquiera lo mirara en menos, se la sudaba, el resto de gente le importaba una mierda. Pero no Changmin ¡No Changmin! No porque el gusano significara algo para él. Sino por eso mismo ¡Era un gusano!

 

¿Cómo podría mirarlo en menos?

 

Simple. No podía, joder. Le haría tragarse su masculinidad y avergonzarse tanto de sí mismo hasta las lágrimas.

 

¿Que no bateaba de su lado?

 

Iba a ver si decía eso luego de que hiciera lo que haría.

 

Eso sería por su dignidad tan magullada y su pisoteado orgullo.

 

Sus manos sostuvieron con decreciente pudor los costados de su remera y envuelto en su impulsividad y rabia se quitó la prenda por encima de la cabeza.

 

 

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 JAJAJAJÁ. Sé que algunas de ustedes estaban queriendo asesinar al ratoncito y por eso lo chotié en este capítulo. Espero les haya gustado :D