Intento de comedia. Schoolife para Benereth ♥. Hay espero te guste
><. Ya me faltan tres en este mes que queda los iré terminando y las
etiquetaré. Pero creo que ya he cumplido con la mayoría así que no me digan que
soy falla xD
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Ser el nuevo genio del siglo no había
sido sencillo.
A sus 15 años, ChangMin sabía muchas
cosas.
Muchas más de las que un chico de su
edad debería saber, muchas más de las que un graduando debería, muchas más de
las que tú y yo pequeñas personitas sentadas desde nuestro lado del computador
aspiraríamos a saber.
Por lo que ser considerado superior
debido a su tremenda capacidad mental era algo a lo que para bien o para mal
había tenido que acostumbrarse.
Solicitudes de diferentes
universidades del mundo le habían llovido. Pero él no había aceptado ninguna,
no aún. Quería finalizar cada etapa de su vida como cualquiera. Y es que ya le era
lo suficientemente difícil intentar comunicarse con una persona de su edad como
para rodearse de muchos hyungs y noonas.
En la escuela.
Sus compañeros se sentían tan
intimidados que ninguno de ellos se animaba a acercársele para algo que no
estuviera relacionado con las materias e incluso a veces ni para eso.
En su familia.
Sus primos solían ignorarlo o
fastidiarlo por sus pocas/escasas/nulas habilidades sociales y más que todo
porque el adolescente podía deletrear palabras como hipopotomonstrosesquipedaliofobia sin
convulsionar en el proceso.
Era costumbre para el castaño observar
de lejos a los grupos de muchachos de su edad promedio bromear o mantener
conversaciones improductivas.
Y él aunque no había querido
admitírselo así mismo, en su eterno silencio siempre había deseado tenerlas
también.
Quería tener un amigo.
Un alguien con quién pasarse los
apuntes, sentarse en la cafetería o mirarle el trasero a las chicas (ser
antisocial no le quitaba ser hombre).
Pero a sus 15 abriles, él simplemente
se había resignado a...
Caminar solo cada día hasta la parada
de bus.
A que sus cumpleaños fueran totalmente
ignorados a excepción de su madre y padre.
A tener que ser asignado por el
profesor a un grupo de trabajo.
A pasar interminables horas sobre su
cama mirando su techo después de haber terminado sus deberes o leído unas 4 enciclopedias
y poder recitarlas de memoria.
Su madre estaba tan solemnemente
preocupada. Que una buena tarde comentándole sus muchas preocupaciones en
cuanto a su hijo a su mejor amiga recibió de ella un panfleto que contenía
quizás...la solución.
Un colegio privado a una media hora de
distancia.
Era en síntesis algo así como un
colegio que solo aceptaba a alumnos de un promedio quisquilloso. La señora Shim
sabía que su hijo no tenía problemas con eso en absoluto. Y aunque la
mensualidad era considerable podría pagarlo. Y Changmin no podría refutarle
nada después de todo snob o no seguía siendo un colegio.
Después de pagar la inscripción y
esconder el precio de la mensualidad de su menor hijo la señora se sentó a
esperarlo en la sala.
El castaño ingreso por la puerta 3:15
en punto. Se acercó a besarla a la mejilla y cuando vio la bandeja de galletas
horneadas sobre la falda de su madre la miró con cara de ¿Qué hiciste ahora?
La señora Shim se encogió de ansiedad
cuando dejo caer el panfleto de su nueva escuela en la mesita del centro.
Los ojos castaños lo leyeron en
segundos para después decir “se ve caro.”
“No lo es.”
“¿Entonces, porque las galletas?”
“¿Qué una madre no le puede hornear a
su hijo galletas sin ninguna intención de trasfondo?”
Changmin sólo alzó una ceja.
“¡Bien! Te he inscrito...”
“¿Qué hiciste qué?” la señora Shim se
tensó, el hijo soltó un suspiro y suavizando la voz le dijo, “Má, no necesito
de esto de veras así que irás mañana y pedirás un reembolso, mi cerebro es
suficiente recomendación para cuando me gradúe, el nombre del cole no
importa...en serio”
“No es por la recomendación Changmin.”
“¿Entonces qué?”
La señora cayó sin saber como
decírselo.
Changmin sin embargo pudo leerlo en su
mirada. No había habitado en su vientre por 9 meses por nada.
Y se sintió solemnemente miserable.
Se puso en pie dejando el panfleto en
la mesa.
“Irás mañana y pedirás un reembolso,”
le dijo en un susurro mientras caminaba fuera de la sala en dirección a su
cuarto.
“Un representante de tu año iba a
venir a darte la bienvenida y asesorarte para tu primer día...”
“Me encargaré de eso.”
“Está bien...” Min subió un escalón y
la voz dolida de su madre le hizo detenerse.
“Lo siento yo no quise...”
“Lo sé.”
El timbre de su cálida morada sonó dos
horas después. Changmin ya se había dado un baño y puesto ropa cómoda pero algo
elegante. Aunque fuera a denegar la amabilidad de la persona que fuera a
visitarle tenía que estar presentable al menos.
Bajó a la velocidad de siempre las
escaleras.
Se encontró con su madre a mitad de
camina y le sonrió normalmente mientras le hacía un gesto de “yo abro la
puerta.”
Caminó hacia ella y finalmente corrió
la cerradura para hallar a un muchacho de aparentemente su edad y unos 10
centímetros más bajo.
Se quedó parado en la puerta, perplejo.
Changmin no era una persona de estereotipos...pero esa no era en definitiva la
apariencia de una persona de calificaciones perfectas ¿Dónde estaban la ojeras?
¿los lentes? ¿los granitos?
Vale, tal vez y sí era una persona de
estereotipos.
Pero de todas formas bajó la vista
hacia el uniforme azul oscuro para asegurarse “Elite way school” (lo siento,
tenía que ponerlo xD)
El muchacho le miró mordazmente, “¿has
terminado de analizarme ya o te doy más tiempo?”
Los colores se le subieron al rostro,
se apresuró a decir, “lo siento, Shim Changmin.”
“No sé si es muy pronto para decir un
gusto, Changmin así que solo démonos las manos por el momento,” el dijo
solemnemente, “Kim Jaejoong.”
Changmin no necesitó de más para saber
que a pesar de esa arrogancia JaeJoong era uno de esos chicos que además de
tener la extraña capacidad de caerle bien a todo el mundo, ejercía una fuerza
de atracción sobre todos y cada uno de ellos tal que generaba dependencia.
A ChangMin no le fue difícil darse
cuenta que él no iba a ser la excepción.
No después del tercer movimiento de
flequillo.
Y la segunda sonrisa cordial cubierta
por esas delgadas manos cuando conversaba con su madre en la sala, porque sí,
lo había dejado entrar después de todo ¿Quién miércoles podría culparle? El
muchacho ese estaba para morirse.
“Entonces te recogeré mañana para
enseñarte la manera más fácil de llegar al cole sin que tus piernitas de pollo
sinteticen tanto ácido láctico.”
“¿ok?”
“Bien que tengas muy buenas noches,”
le estiró la mano.
Changmin no estaba tan acostumbrado a
darle la mano a las personas o a mantener largas conversaciones en realidad así
que lo único que pudo hacer fue cerrar su mano derecha en torno a esa alba en
alto.
Grande fue su sorpresa cuando el brazo
de su ahora nuevo compañero de aula tirara de él para rodearlo en un abrazo.
“Me caíste bien Shim Changmin, puedes
estar satisfecho. Puedo decir que me da gusto haberte conocido.”
Si bien aquello no era más que una
perfecta demostración de cuán grande y quién sabe si infundada podía llegar a
ser el ego de una persona pero para Changmin aquello fue la cosa más romántica
jamás.
Y si señoras y señores fue justo en
ese momento en el que nuestro menor príncipe terminó de enamorarse de él.
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La mañana llegó mucho más rápida de lo
que Changmin hubiera querido. Sentía como si hubiera dormido casi tres horas y
es que en realidad lo hizo...pues el resto de tiempo sobre su cama se le fue en
vueltas y vueltas tratando de encontrar una posición óptima para conciliar el
bendito sueño y pensar en Jaejoong, claro.
De modo que hecho un trapo se arrastró
hacia el baño a darse un baño y empezar esa nueva mañana con toda una nueva
rutina.
Señorito Kim estuvo exquisitamente
puntual en la puerta de su casa con la misma sonrisilla de sabelotodo sobre los
labios rosas y oliendo realmente bien. Y no, aunque Changmin estuviera lejos de
ser un tipo con un sentido del olfato lo suficientemente sofisticado para
reconocer un Chanel Nº5. Tuvo la habilidad suficiente para aislar aquel aroma
varonil de cualquier botella de vidrio injustificablemente cara.
“¿Qué?” le preguntó el muchacho frente
a él, “Nuestra escuela no es solo para chicos ¿sabes? hay algunas lindas chicas
a las que impresionar.”
Changmin no dijo nada. Jaejoong bufó.
Luego muy bajo le preguntó “¿No me he pasado verdad?”
El castaño se echó a reír en
respuesta.
Jaejoong le pegó un manotazo en todo
el hombro derecho.
Changmin le miró con los ojos abiertos
por el golpe.
Nunca en su vida había recibido un
golpe. Mucho menos uno “amistoso”.
“Me dolió.”
“Oh vamos no seas niña, no te he dado
tan duro,” fue la escusa del pelinegro, “fue apenas un toque ¡un one-touch!”
Por la forma en que su corazón latía,
Changmin pensó que quizás y Jaejoong tenía razón...estaba empezando a
convertirse en una niña.
“¿Un one que?”
Jaejoong iba a responder pero la madre
del castaño vino apurada para entregarles un par de sándwiches que había
preparado para el camino aunque fuera un máximo de 20 minutos de caminata.
Jaejoong le agradeció con su imposible sonrisa. Y apuraron el paso hacia las
calles.
El colegio era inmenso.
Repleto de snobs de coeficiente alto o
padres lo suficientemente influentes para aumentarles el promedio en un punto o
dos.
Gracias a Dios Jaejoong no parecía tan
aburrido de estar a su costado mostrándole prácticamente cada salón y pasillo
existente sobre el terreno del colegio antes de que sonara la campana.
Pararse frente a toda la clase y presentarse
no fue excepcionalmente difícil. Después de todo el puberto en realidad no
tenía problemas para desenvolverse en público el problema era que la gente de
por sí creaba malos juicios de él si siquiera conocerlo por puros celos.
Para el final de la primera mitad de
las clases ya se había corrido la voz de que el geniecillo acababa de ingresar
a la escuela.
Y para el fin del día Changmin
experimentaba de pronto lo que era ser popular.
Lo que era tener personas acercársele a
presentársele muy amistosamente, a invitarle a sus casas incluso, o a mirarle simplemente
con curiosidad y admiración. Y la sensación fue tan extraordinariamente
agradable que olvidó que Jaejoong le había dicho iba a esperarle en el patio
para volver a casa.
Se dejó llevar por la muy grata
sensación de la multitud y respondió cada pregunta que se le formuló con una
sonrisa amistosa cada vez menos cohibida hasta que la multitud se hubo disipado
y alguno de ellos se ofreció a darle un aventón a casa.
A la mañana siguiente Jaejoong estuvo
puntualmente en su casa.
La madre de Changmin le abrió la
puerta y le avisó contrariada que uno de sus compañeros había venido a
recogerlo unos minutos atrás.
“Oh,” fue lo único que el adolescente
dijo antes de disculparse y adentrarse en las calles con un humor no muy bueno.
No se cruzaron en casi una semana.
Changmin lo había extrañado, mucho.
Pero no había tenido oportunidad de
ubicarlo. No sabía en qué aula estaba, no tenía su número de teléfono. Y no
quería preguntarle a alguna de las chicas y ver como se deshacían en su
fanatismo antes de poder responderle. Tenía muy en claro que no tenía
oportunidad con el muchacho y como no se consideraba un masoquista no tenía la
mínima intención de sondear a toda su competencia la que por cierto tenía infinitas
más chances que él.
Terminó decidiendo que quizás. Eso de
conocer más personas y distraerse con todas ellas podría ayudarlo a poco a poco
quitarse a Kim de la cabeza.
Sin embargo.
No contó con realidad man. Y aquel
fatídico martes por la tarde de la tercera semana de clases al hijue’ le dieron
ganas de darle una visita.
El menor justo abordaba el carro de
Jung Yunho uno de sus tantos nuevos amigos cuando vio a Jaejoong caminar hacia
la salida al lado de otros dos muchachos.
Tuvo que tragarse las ganas de pasarle
la voz, las mejillas se le encendieron del solo verlo a la distancia e intentó
normalizarse Yunho seguía su lado podría darse cuenta. Siguió conversando con
Jung lo más tranquilo que pudo mientras esperaban por su chofer cuando escuchó
claramente como su pelinegro era llamado por un grupo de chicas bastante guapas
y una de esas mismas envalentonada corría hacia él para entregarle una especie
de cuaderno. Changmin quiso ignorar las contracciones estomacales que su
estómago empezaba a experimentar, el carro de su amigo acababa de llegar y él
susodicho acababa de abordarlo. El castaño puso un pie dentro en un intento de
separar sus ojos de la pareja pero tardó demasiado y tuvo que ser testigo del
pequeño beso de agradecimiento que Jaejoong posó sobre la frente de la muchacha.
Y aquello fue demasiado para él.
Fue simplemente demasiado.
Hecho una furia. Terminó de subir
hacia el asiento trasero al costado de Jung y se aseguró de reírse lo
suficientemente histérico para llamar la atención de todos y hacerlos caer en
cuenta de que se iba con el apuesto presidente de la clase en su carro.
Jaejoong lo vio.
Su expresión no cambió en absoluto.
Y aunque Changmin no habría podido
esperar una reacción diferente...de todas formas envuelto en dolor no tuvo de
otra más que agregar a realidad man a su lista negra.
Cuando llegó a casa.
Tenía muchas ganas de llorar. Su madre
lo vio y no tardó en preguntarle, “¿Ha pasado algo?”
El castaño se tragó un sollozo
mientras negaba con la cabeza.
Pero la madre no iba a quedarse
tranquila de ninguna forma, “¿te has peleado con Jaejoong? Es que desde que
vino por ti esa mañana y tú no estabas no ha vuelto a aparecerse por aquí...”
“¿Qué él qué?”
“Que Jae vino temprano una mañana y tú
no es-”
“¿Y COMO NO ME DICES?” gritó
desesperado.
“¡Ommo! Acabas de llegar hijo y yo no
sabía que...”
“¡Ya vuelvo!”
“¿A dónde vas?”
“No tengo idea,” y con eso tiró la
puerta de su casa y corrió por las calles tal como le dijo a su madre sin tener
idea de adonde dirigirse.
Tan solo rogándole a sus piernas, “llévame
hacia Jaejoong, llévame donde Jaejoong.”
Ciertamente no tuvo que rogarles mucho
cuando envistió a ese Jaejoong caminado a casa de pie, quien sabe porque solo,
con su cabeza en todo el pecho. Había estado corriendo con los ojos cerrados
pensando que así sus suplicas tendrían más efectividad. Porque sí, así de ñoño
era.
Y ahora que lo tenía enfrente. La
valentía se le había ido al carajo.
No era como si Jaejoong fuera a
mudarse a otro continente.
Tranquilamente hubiera podido esperar
a mañana, preguntarle a alguien por su salón y haber hablado con él.
Yo con un discurso preparado.
Ahora no tenía nada.
Nada aparte de un temblor en las manos
y un sudor muy frío.
“Jaejoong,” alcanzó a llamarle sin
aliento.
El pelinegro no lucía ni remotamente
conmovido, tenía el ceño bastante fruncido y no tardó en soltar con veneno, “¿y
donde esta Yunho te veías bastante feliz más temprano en su auto? ¿o es que ya
te cansaste de él y has venido a ver si te hago el circo más divertido?”
“Yo no.”
“Ahórratelo no tienes que explicarme
nada,” volvió a acomodarse la mochila al hombro y le hizo a un lado para
retomar la marcha.
Changmin le detuvo de la muñeca.
“No tengo porque, pero quiero hacerlo.”
Jaejoong se detuvo. Por una milésima
de segundo su ceño se disipó. Sus ojos le miraron con duda y ansiedad. Pero al
segundo siguiente la careta volvió.
“Pues yo no quiero escucharte ¿ok?”
“Te haré escucharme,” dijo con decisión
“¡Já! Eso quiero verlo que vas a hacer
geniecillo, intentarás materializar tu coeficiente intelectual para mantenerme
quieto porque si intenta usar la fuerza bruta déjame decirte que debajo de este
uniforme no hay brazos flácidos como los tuyos y puedo patear tu pequeño
trasero muy fácilmente si se me pega en gana ¡ASÍ QUE NO ME TIEN...! ”
Incapaz de dilucidar alguna otra forma
para hacerlo callar el castaño no había tenido mejor idea que abrazarlo.
Bien ustedes ganan...
El pequeño Min había entrado en tanto pánico
que lo único que su adrenalina pudo hacer fue tomar esa muñeca entre sus manos
y darle un tirón hacia su cuerpo para poder unir sus labios con los de su Jae.
Y como fruto...colocar un pequeño pico
sobre esa carne rosácea y suave.
“¿Vas a escucharme ahora sí?” le
preguntó en un susurro, su corazón parecía ubicarse ahora en su cabeza.
Ya no tenía pudor de si Jaejoong
pudiera darse cuenta de lo acelerado que iba su ritmo cardiaco por su culpa.
Lo único que quería era abrazar a ese
idiota y tenerlo a su lado para toda la vida.
Toda. No menos pero no tenía problemas
si querían añadir a ese plazo una eternidad más.
“¿Qué-que haces?” le cuestionó, “suéltame,”
le ordenó cuando en realidad no se movió ni un milímetro o hizo en general algo
para liberarse.
No podía.
Changmin era demasiado para él
también.
Era demasiado para su parquedad.
El niño lo había besado ¡Lo había besado!
Es solo un beso, quizás muchos de
ustedes dirán pero la verdad es que aunque muy probablemente nadie sepa o
siquiera lo sospeche...ese acababa de ser también su primer beso.
No era culpa de él que todos solieran
juzgarlo por su apariencia física, tildarlo de conquistador, de chico cool o
ganador. Un jugador. Un chico malo, uno al cual no podrían tener jamás para sí
de modo que con cuidado de no encapricharse con un imposible nadie nunca iba
realmente en serio.
Y es que aunque Jaejoong fuera muy
consciente de que con solo chasquear sus dedos podría tener una linda chica
sentada sobre sus piernas, dispuesta a lo que fuera. Él no quería un agarrón.
Quería una jodida historia de amor.
Porque sí, así de ñoño era. Y esa era quizás la razón más notable del porque debería
callar con un beso a ese castaño que tenía enfrente intentado decirle
abstrusamente aquello que siempre había querido escuchar pero no de boca para
afuera...sino con la verdad.
“Creo que me gustas hyung.”
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AHH el final no me convenció
mucho pero ahí le vamos xD Espero haya gustado, comenten lindo :D
Historia con uniformes, final lindo y sobre todo, son ñoños ;O; ambos dos.
Creo que te amo ♥
Muchas pero muchas gracias por escribirlo.
Me encantó el fanfic, no se como logras actualizar tantas cosas en tan poco tiempo.