The one.

Se me ocurrió todo en pleno rápido. Cuando paramos más o

menos cerca de plaza vea. Y había un brother en el paradero que me

 guiñó el ojo xDDDD. Y no sé. La idea me golpeó el cerebro. Y las palabras simplemente le siguieron y hablaron en mi cabecita y traté de retenerlas hasta poder sentarme frente a mi lap. And here I am :D

Tittle: The one
Author: kimmy_lin

Lenght: Drabble
Pairing: Yoosu
Rating: ATP
Warnings: Yaoi

Sucedió muy rápido.

Tú estabas en la parada de bus comentándole una que otra chorrada a tu pata del alma. Esa única persona que podía escucharte decir tantas rocadas juntas y hallarles gracia, mucha gracia.

Reían juntos.

Aplaudían.

Y se empujaban con los hombros cual marmotas mientras trataban de contener ese dolor en la barriga con ambos brazos.

Cuando las risas recién cesaron.

Se dispusieron a filosofar de la vida y abordar los temas serios como por ejemplo lo buena que estaba esa flaca de una clase superior a la vuestra o lo seguros que estaban de que a changmin le tomaría a lo mucho un par de meses más para salir del clóset de una buena vez por todas.

Y así volvieran a carcajearse de la buena.

Te quejaste del frío ¿lo recuerdas verdad?

Puteaste tu suerte.

Porque el bus que se aproximaba no era el que esperabas. Y ya llevabas esperando media hora.

Y soltaste aún más maldiciones porque cuando el bus se acercó lo suficiente te diste cuenta de que venía vacío.

Y como buen melodramático que eres asumiste que el tuyo vendría hecho un chancherío.

El viento te alborotó los rizos negros cuando el bus se estacionó a tu lado.

Y una de tus manos se dispuso a quitar los mechones de tu rostro.

Y así con las manos en la cara y una mueca de disgusto que sabías no resultaba más atractiva que la gorda de la clase B en tanga.

Lo viste.

A un pequeño muchacho sentado para el lado de la ventanilla. Mirando cada tienda y persona a través de los cristales con curiosidad.

Y cuando sintió tu mirada.

Dirigió su par de ojos marrones hacia ti.

Y tú simplemente no pudiste apartar la mirada.

No quisiste hacerlo tampoco.

Su imagen se quedó impregnada en tus retinas.

Cuando en eso, escuchaste la presión del motor del bus pues arrancaba de nuevo.

Y viste en cámara lenta como esa personita era arrastrada por ese metal con ruedas lejos de tu vida.

Y no supiste exactamente el cómo ni mucho menos el porqué.

Pero echaste a correr detrás de él.

Golpeaste cuantiosas veces el lado trasero de ese bus que empezaba a tomar más velocidad a punto del llanto.

Y por esas casualidades de la vida.

El tío que manejaba no era un renegado de la vida.

Y se compadeció de tu nada atractiva cara de desesperado que ponía en toda la frente “si no para me suicido.”

Y aunque paró cuatro cuadras más abajo si hubieras podido hubieras besado al anciano.

Y así sudando a chorros subiste.

Él te vio.

Y el color subió a sus mejillas.

Caminaste por el pasillo temblando.

La gente te miraba raro pero te importó un carajo.

Y cuando al fin estuviste frente a él.

Y él volvió a mirarte con ese par de ojos marroncitos.

Te diste cuenta de que no tenías ni puta idea de cómo abordarle.

Y por la forma en la que el tragaba la saliva.

Supiste que él tampoco.

Y empezaste a reírte.

Porque algo latía en tu pecho muy fuerte y empezabas a tener una idea de sus porque.

Y tus risas fueron secundadas por las suyas.

Y tus ojos negros como la noche se clavaron en sus chocolate como hace unos 5 minutos.

Y recordaste.

Recordaste esa conversación que tuviste alguna vez con el brother que habías dejado en el paradero probablemente boquiabierto.

Y tus labios se curvaron en una sonrisa algo cohibida.

Mientras te sentabas en el asiento vacío a su lado.

E intercambiaban nombres por primera vez.

Y así.

Llegaste 3 horas más tarde de lo acostumbrado a casa.

Y aunque tu madre te echó el sermón en plena puerta.

Nada pudo quitarte la sonrisa de bobo de la carota.

Te dejaste caer en tu cama.

Y tus risitas bobas murieron sobre tu almohada.

- ¿Crees en las almas gemelas? – te preguntó tu amigo esa vez.

No sabías tú lo qué podría opinar el resto.

Pero la tuya apellidaba Kim.