Capítulo 3
“La luz lo cegó por completo, sus
pensamientos perdieron forma y pronto la inconsciencia le arrebató los
sentidos.”
Sus dedos se deslizan por las teclas con suma gracia.
Hace mucho que no sentían la suave textura del
marfil bajo sus yemas. Nunca pensó que volvería a sentirla. Y por tanto lo
sorprende de sobremanera que aún pueda armonizar las notas con holgura.
El pelinegro yace a su lado, disfrutando de la suave
melodía con los ojos cerrados, meciendo su cabeza ligeramente de derecha a
izquierda mientras evoca la paz de su hogar allá arriba en los cielos. Changmin
reparte miradas entre las partituras y la ligera sonrisa que adorna los labios
de su acompañante.
Ese que minutos atrás quedó maravillado con el piano
de cola de su madre para luego pedirle que tocara algo para él mientras
acariciaba la madera negra con apenas las yemas de sus dedos, como si guardara
un profundo respeto por el instrumento musical que tenía enfrente.
Y sin poder evitarlo la expresión de su madre se cola
en su cerebro.
Recuerda esas largas tardes en las que se sentaba a su lado y la escuchaba interpretar melodías tan grácilmente que sólo podía limitarse a aplaudir maravillado.
Ella ha sido su maestra, su guía.
Y el peso de su ausencia es algo a lo que simplemente
no puede sobreponerse.
El castaño deja de tocar.
Mira el mar por la ventana que se encuentra frente a
ellos. Y lucha por contener ese agujero que empieza a abrirse de nuevo en su
pecho.
Duele. Duele mucho. Y él de pronto solo tiene 8 años
y necesita su madre a su lado.
Necesita sus abrazos, sus manos y sus besos.
Pero no puede tener ninguno de ellos.
Solo tiene fotos, un piano y silencio. Ese que no
volverá a llenarse jamás y le hunde un poco más cada día.
“Estoy aquí para ti” Esa voz le habla de nuevo.
Las lágrimas resbalan por sus mejillas con remordimiento.
No quiere llorar.
No merece hacerlo pero no puede dar mucha batalla al sentir esos brazos cálidos rodear su cuerpo.
Tampoco quiere gritar.
Se prometió no hacerlo pero no puede contenerse, no cuando esas suaves manos acarician sus mejillas y secan sus lágrimas con las yemas de sus dedos.
Sus manos han atrapado al ángel fuertemente, se han aferrado del todo a ese cuerpo que parece anestesiar sus atormentados sentimientos y volverlos humo.
Ninguno de los dos habla.
Pero a la vez, en el silencio, se dicen todo.
Es Changmin quien se obliga a separarse después de
lo que le han parecido horas acunado en su regazo, Jaejoong solo le observa con
sus profundos ojos negros, observa la noble alma de su protegido recuperar de a
pocos su forma original y solo puede sonreír al saber que su presencia está
ayudándolo.
Aunque sea un poquito.
Las mejillas de Changmin se encienden, no sabe cómo
han acabado así de nuevo, no sabe porque le da tantas libertades a un completo
desconocido, no sabe porque su presencia no le molesta en absoluto y por el
contrario le resulta del todo agradable.
Ya simplemente no sabe nada.
Y una parte bastante intuitiva de si mismo le dice
que no trate de averiguar los porque.
Jaejoong por su parte muere por responder sus dudas.
Quiere sostener sus manos mientras trata de explicarle de alguna manera lo que es y para lo que ha venido. Quiere ser completamente honesto con esa persona de ojos marrones porque es lo que merece. Pero no puede. No debe. Le está terminantemente prohibido revelar la verdad antes de tiempo. Se lo han explicado ha detalle. Y sabe que no puede darse el lujo de equivocarse pues aunque está sumamente agradecido con su excelencia por esta oportunidad, el ángel tiene plena conciencia de que no habrá una segunda.
Aunque debe admitir que va a extrañar poder tocarlo.
Poder reflejarse en esos hermosos ojos marrones y
saber que el dueño de los mismos tiene plena conciencia de su presencia.
Changmin se incorpora del banco. Quiere decir algo
pero no consigue el valor necesario. Jaejoong sonríe al verlo, se incorpora a
su lado y toma su mano entre las suyas por puro reflejo.
El castaño se tensa bajo su tacto, le mira atento
mientras espera ansioso por sus siguientes actos. El ángel simplemente conduce
su extremidad hacia su estómago. Los músculos del humano se tensan aún más al
sentir el suave abdomen del ángel bajo su dermis y entonces lo escucha, un
crujido.
Sus ojos se encuentran de nuevo.
"¿Tienes hambre?"
Jaejoong parpadea. No sabe si asentir o negar. Ha estado sintiendo un pequeño ardor allá adentro desde hace algunos minutos y supone que esa debe ser la razón.
Changmin sonríe de costado mientras niega con la
cabeza sin llegar a entender del todo a esa extraña persona frente a él, para
luego caminar hacia el comedor tirando delicadamente de su brazo.
"Si tienes hambre solo tienes que decírmelo" le regaña mucho más suavemente de lo que tenía pensado
El pelinegro le mira culpable y Changmin siente de pronto como si hubiera arrancado la cabeza a su peluche favorito en sus narices. Entonces se apresura a hacer un sándwich con la primera cosa que visualiza en el refrigerador a su izquierda.
Uno de atún.
El pelinegro le observa desde la mesa.
Atento a esas manos que cortan la cebolla, los
tomates y encienden la cafetera. Sonriendo en su interior al verlo tan calmo.
Después de un par de minutos Changmin lo observa comer, satisfecho.
Lo observa sorber el café de su tasa, según el ángel
ha entendido debe hacer, tras haberse quemado la lengua segundos atrás y,
obviamente, haber sido regañado de nuevo.
El castaño simplemente no puede parar de mirarlo, de
observar cada rasgo de ese perfecto rostro, cada curva de ese cuerpo sin
experimentar ningún otro tipo de sentimiento aparte de incredulidad pura y es
que le cuesta convencerse, quizás un poco más a cada segundo, de que no está
soñando.
Y es esa misma razón por la cual no ha preguntado acerca de su supuesto carro averiado, no ha preguntado tampoco como es que parece adivinar sus pensamientos o hablarle a través de ellos. No ha preguntado una sola cosa de lo que quisiera preguntar por qué su alma entera tiembla con cada diminuta acción que su cuerpo ejecuta, porque le aterroriza la idea de que de pronto ese ser de ojos negros desaparezca.
Y deje el vacío al que ya no cree podrá
acostumbrarse...
El ángel guarda silencio mientras escucha cada una
de sus palabras con tristeza creciente.
Siente su pecho oprimirse y una aguja muy larga
insertarse cerca de su corazón, dejándolo casi sin respiración.
Changmin recoge sus trastos cuando ve que ha
terminado y los lleva al lavadero, no sin antes revolverle los cabellos como
diciéndole “buen chico”.
Jaejoong sigue con su mirada cada uno de sus pasos.
Lo ve ponerse unos guantes rosados, y disponerse a
lavar los trastos.
Parece que no se ha dado cuenta...pero está usando
los guantes de su madre.
El ángel se lleva las manos a los ojos, los siente
escocer. Su nariz también se siente extraña.
Una necesidad creciente de contacto físico le
arrebata los sentidos.
Su espalda quema.
Y su torso le exige a gritos el calor de los brazos
de Changmin, de nuevo.
El castaño voltea a verlo de pronto, totalmente
inconsciente de la miscelánea de sentimientos que asaltan la confundida mente
del ángel de cabellos negros, y sonriéndole le lanza un poco de espuma. Jaejoong
parpadea repetidas veces sin entender mientras se toca el químico espumoso
sobre sus lacios cabellos.
Changmin le lanza otro poco más. Y ahora recibe un
ceño fruncido.
Lanza un tercero y el ángel se incorpora de su
asiento.
“No hagas eso” le responde el ángel intentado
quitarse toda la espuma de su cabeza.
“¿Hacer qué?”
Y el momento de desconcierto es aprovechado por el
humano para lanzar un cuarto copo directamente a su mejilla derecha.
Jaejoong se abalanza sobre él intentando, infantil e
ineficientemente, detener el quinto ataque cuando la espuma derramada en el
suelo le hace perder el equilibrio.
Changmin aprecia todo en cámara lenta, como el
cuerpo del ángel retrocede y empieza a caer de espaldas. Como sus manos
intentan sujetar las suyas sin éxito.
Como su cuerpo se lanza sin segundas consideraciones,
ante el fallido primer intento, para que sus brazos puedan atrapar ese delgado
cuerpo y amortiguar el golpe inminente.
Sin embargo es un suave toque lo que siente. Como si
ambos hubieran caído sobre un costal de plumas y algodones en vez de baldosas.
Aún así Changmin lo escanea de arriba abajo,
aterrorizado, a punto de preguntarle si se encuentra bien, si no se ha hecho
daño, si...
Pero entonces unas carcajadas suaves llenan toda la
casa.
Jaejoong ríe y comienza a sentir un dolor en su
abdomen que no es capaz de detener y que algo le dice va a detenerse cuando
deje de reírse, aunque de momento le resulte algo imposible.
Changmin le mira anonadado.
Encima de él.
Aun teniéndolo sujeto entre sus brazos. Tan cerca de
ese otro cuerpo. Que siente como los músculos del abdomen del pelinegro se
contraen y relajan a cada carcajada.
Y no sabe muy bien el cómo, pero sus labios se posan sobre su frente.
Las carcajadas cesan.
Ahora ya no hay calor en el estomago del ángel sino en sus mejillas.
Sube la mirada hasta que encontrarse con esos ojos
castaños que lo observan entre asustados y ansiosos.
Y aunque algo dentro de su conciencia le dice que no
mire dentro de él, es demasiado tarde y puede ver claramente imágenes de sus
labios juntos.
El ángel siente el calor de sus mejillas intensificarse,
expandirse hasta su mandíbula y presionar sobre sus delicados huesos.
Su cuerpo entero tiembla.
No consigue entender lo que pasa.
Pero ¿Qué ha entendido exactamente en los últimos
días?
Exacto...nada.
Changmin parece volver en sí mismo y al notar lo que
está haciendo hace el ademán de querer separarse, aunque realmente no lo quiera.
Asustado de sus propias acciones. De sus propios deseos.
“Lo siento” le dice muy avergonzado.
Con la circulación galopándole en sus venas a mil
por hora.
Va soltando el agarre para poder pararse al fin, con
la cara tan roja como la de un tomate. Pero Jaejoong le detiene.
“Está bien” le dice con una sonrisa tímida.
Y ante la mirada atónita del humano posa muy
suavemente sus labios sobre los suyos. Los presiona y acaricia de la forma en
la que él había imaginado pero las sensaciones que con ello experimenta son un millón
de veces mejores.
Jaejoong es suave.
Es una brisa cálida que ingresa por su piel y
envuelve su alma.
Y ya poco le importa el mundo.
La triste realidad que vive.
O lo que sea que acongoja su alma y le obliga a
mantenerse de rodillas.
Porque lo que ahora llena cada rincón de su cuerpo
es alegría.
Esa que creía muerta.
Y que sin embargo ahora le hace cosquillas en el
estómago.
“¿Qué estamos haciendo?” Es algo que Changmin recién
se atreve a preguntar cuando el beso ha finalizado y ambos ya están de pie
nuevamente.
El ángel lo mira, igual de
perdido, alguna parte del vínculo celestial que aún mantiene tiene un mal
presentimiento de todo esto, sin embargo le basta echar un vistazo entre toda
la masa confusa de pensamientos que ahora envuelven a su protegido para saber que
ha hecho lo correcto.
Después de todo si lo hace
feliz, entonces no tiene problemas ¿cierto?
Changmin acaricia su
mentón al no recibir respuesta, Jaejoong parece volver en sí ante el contacto y
observa con sus profundos ojos negros esos castaños que le miran con tanto
cariño que su cuerpo tiembla de arriba abajo.
Está bien – la
voz habla de nuevo
Y Changmin no necesita más
palabras para volver a saborear esos suaves labios.
POR FINN! *suenan trompetas* -W- nirvana mimmy yashhhhi mi diosicooo ohh mi dios ellos ellos se dieron un piquito dos jae se esta enamorando del changmin y obvio que chagnim esta baboso por jae desde el dia 1 y aigooo morii mimmy fue genial y necesito el proximo!!!