Dios! no colocaba actu del Yoosu en
tiempo lo siento. Pero hey! ya estoy de vacas. Diganme si quieren más yoosu,
yunjae o changminho (el plot yoosu va genial será un super dramón hell yeah e-e)
Bueno las quiero. Byes ♥
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Hay
determinadas situaciones en la vida en las que ¿Cómo decirlo? te encuentras a
ti mismo entre la espada y la pared, supongo. Frente a ti yace una baraja de
cartas que realmente se resumen a dos opciones y por si fuera poco ambas son
completamente antagonistas.
La lógica te
dice cuál de ellas deberías escoger.
Pero
lastimosamente...las decisiones nunca son sencillas.
Y yo no podía
ser tan egoísta.
Debo admitir
que saber que el bebe no te pertenecía fue un segundo gran golpe y pensé en
simplemente deshacerme del problema...pero...aunque el bebe fuera de Yoochun.
¿No era mi
hijo también?
Sí lo era.
¿Con que alma
podría yo darle la espalda?
No, Haruka,
no podría.
Ya se lo
había dicho a Jaejoong. Traería a ese bebe al mundo a como dé lugar. A si mi
cuerpo se partiera en dos o mi vida se pusiera en un alto riesgo.
Aunque
significara tener que irme de Corea para evitar las sospechas...podría iniciar
una nueva vida en América. Mi inglés ya no era tan malo. Me trasladarían a la
sucursal de allá. Así que mi economía no se vería afectada.
Podría darle
educación, comida y buena ropa a mi retoño por mí mismo.
Y quizás,
separarme por tantas millas de ti sería lo que más bien me haría. Ya no tendría
noticias de ti. No las vería en los periódicos o por la tele. Viviría mi vida.
Te
olvidaría...
Eventualmente
lo haría.
Le rogaba a
Dios que sí.
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“¡Piensa
rápido!” la voz de Changmin habló de la nada.
Apenas pude
parpadear antes de que un lapicero me diera en toda la frente.
“¡Hijo de
p-!” me callé a tiempo.
“¡Oh por
dios! ¡Kim Junsu dijo una mala palabra!” exclamó, señalándome con su dedo
índice tratando de aguantarse la risa.
Nunca
entenderé como es que la gente de los otros sectores no se quejaba nunca por
nuestros alborotos. Quizás éramos su circo.
“No lo hice,”
repliqué yo.
“Sí lo
hiciste.”
“Que no.”
“Que sí”
“Que- ah ¿Por
qué rayos te sigo el juego?” le pregunté recogiendo el lapicero del piso y
haciendo el ademán de querer tirárselo de vuelta-
“¿Por qué
eres infantil?” me sugirió quitándome el lapicero de las manos.
“Oh, ve a
fastidiar a Minho y déjame en paz,” le reñí, volviéndome hacia la puerta de mi
oficina y entrando al fin.
Él me siguió
los pasos.
Dejó caer un
file sobre la mesa de mi escritorio y se sentó frente a él.
“¡Eh! Y mira que venía a invitarte la cena,” me dijo semi-quejándose y
revisando el contenido del file ahora abierto.
“¿En serio?”
salté yo.
“Pues sí pero
ya que me maltratas de este modo,” dramatizó con una mano en la frente y las
mejillas algo rojas por la risa, “ahora tu vas a tener que invitarme.”
“Ah mentiroso
¿Cuándo has querido tú pagar por alguien? ¡Estafador!” le acusé sentándome en
mi sillón.
“Vale, si no
me crees no me creas pues.”
“Ya ya pero
habrá un límite de precio eh.”
“¿Cómo puedes
escatimar con tus seres queridos Junsu? que vergüenza”
“¿Quién te ha
dicho a ti que eres un ser querido?”
Changmin
aplaudió partiéndose de la risa para después terminar de firmar ese documento
que traía entre manos y hacerme una seña para esperar por él antes de salir.
Suspiré.
A lo menos
sería una noche agradable. Eso esperaba...
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“¿Estás
seguro de esto?”
Jaejoong
entró en mi departamento. Tenía un duplicado ahora que ya no vivías aquí.
“No,” le
respondí sinceramente.
“Junsu-ah,”
me llamó con pena.
Me deje caer
en el sillón de mi sala. Él se sentó a mi costado.
“Hyung, no
puedo estar seguro de algo tan incierto como esto. Pero estoy decidido. Haré
cuanto pueda puedes quedarte tranquilo.”
Me abrazó.
Me miró con
los ojos vidriosos.
Y suspiró
antes de desordenarme el cabello compulsivamente.
“Au,” me
quejé.
Él se rió.
“Tu hyung va
extrañarte harto, ya estarás contento,” se quejó infantilmente para romper la
tensión.
“Lo siento,”
le dije.
Tenía entre
mis manos la petición del cambio de sucursal. Solo rogaba porque Yunho no
hiciera tantas preguntas. O Changmin...dios iba a extrañar a todos.
Yoochun...
“Yo más. Debería
haber hallado una mejo solución,” me dijo jugando con sus manos.
Ese tipo de
cosas era lo que me cargaban de mi hyung. Echándose todo al lomo como un
mártir. Cuando era quien más bien merecía aplausos.
“Hyung, has
hecho mucho más de lo que podría haber esperado de nadie y te estaré
eternamente agradecido por ello.”
Él bajó la
cabeza.
Preferí
ignorar el gesto de culpabilidad que me dirigía...a estas alturas estaba de
más.
“Todos vamos
a echarte de menos,” me dijo.
“Y yo.”
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Inspiré y
espiré el aire tres veces antes de tocar la puerta de la oficina de nuestro
presidente.
Las manos me
sudaban de los nervios.
Por lo que
más quieras Diosito si salgo libre de esta, volveré a ir a misas todos los domingos,
rogué mirando hacia arriba.
Me aclaré la
garganta.
Mis nudillos
subieron a la altura de mi pecho mientras daban los golpecillos en la puerta.
“Adelante,”
respondió Yunho del otro lado.
Ya está, me
dije.
Giré el pomo
y asomé la cabeza.
Yunho tenía
la mirada pegada a unos documentos que leía.
Cerré la
puerta tras de mí y él al fin alzó la mirada.
“Junsu, pasa ¿Qué
se te ofrece?”
Tomé asiento
en uno de los sillones y dejé caer mi solicitud sobre su escritorio.
Él miro la
carta. La tomó entre sus manos y extrajo el papel del sobre.
Frunció el
ceño. Me miró. Quiso decirme algo pero suspiró.
“Esto es
repentino,” me dijo.
“Disculpe,
por diferentes motivos personales solicito mi traslado,” le dije.
Él me miró.
Aunque realmente estuviera pensando en dios sabe qué. Volvió a suspirar
mientras guardaba el documento en uno de los cajones de su escritorio y asentía
repetidamente.
“Bien, me
haré cargo de esto ¿Cuándo piensas retirarte?”
“Hoy mismo si
es posible.”
“¿Ahora?”
“Cuando
termine el día, recogeré mis cosas. Mi viaje es pasado mañana tengo cosas que
empacar y...”
“Bien.
Bueno...”
Le vi
pararse. Caminar hacia mí y extenderme una mano.
“Hiciste un
buen trabajo Junsu.”
Tuve ganas de
llorar de pronto.
¡Dios! todo
sucedía tan rápido.
“Gracias,” le
dije recibiéndole el saludo.
Yunho me
sonrió. Tiró de mi brazo y me envolvió con los suyos en un abrazo.
“Cuídate,” me
dijo.
“L-lo haré.”
Me dejó libre
entonces.
“Bien,
supongo que me tendré que hacer cargo de avisarle a tu personal que has dejado
tu puesto.”
“Si fuera tan
amable,” le dije culpable.
“Supongo que
alguien recibirá un ascenso sorpresa.”
“Supongo que
Yoochun lo hará,” le dije.
Él asintió
volviendo al asiento tras su escritorio.
“Bueno...con
su permiso, me retiro.”
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Evitar a todo
mundo el resto del día fue difícil. Tuve que cruzarme con el señor rulos más
veces de las deseadas y controlar las reacciones hormonales de los que mi bebé
en formación solía hacerme objeto a cada que veía a su padre.
Pero aún con
todo ello gracias a los cielos llegué al final del día. Había decidido quedarme
un tiempo de más. Sería mi último día en mi oficina ¡Por dios que iba a
extrañarla mares!
Tenía la
caja.
Mi auto
esperando en el estacionamiento.
El conserje
incluso había entrando pensando en dar un poco de limpieza pensando que ya me
había ido pues estaba en la completa oscuridad.
Probablemente
no quedara un alma aparte de ambos en todo el edificio. Todos tenían una vida.
Yo la tendría
muy pronto.
Meter la
primera cosa en la caja fue desgarrador, se me saltaron un par de lágrimas, no
voy a negarlo. Pero me obligué a guardar
la compostura. Metí la segunda cosa. Algunos cuadros que tenía, mis portafolios.
Plumas y demás chucherías. Mi sastre de emergencia por si me tiraba el café encima...ya
me había pasado...más de una vez.
Escribí una
carta a detalle para el futuro jefe de mi departamento.
Le había dejado
absolutamente todo en orden para la próxima publicación. Probablemente solo
tendría que mover el trasero de ese sillón para servirse café. Si no se lo
pedía a la secretaria, claro.
Cosa que
regularmente no me gustaba hacer. Mi secretaria era la encargada de hacerme las
citas y organizar mi agenda no de ser mi mucama.
Pero sabía
que Yoochun haría una gran trabajo...me lo había demostrado. Podía irme
tranquilo.
Y era justo lo
que hacía.
Irme
tranquilo.
Hasta que la
puerta de mi oficina volviera a abrirse y un alocado Yoochun entrara.
“¿Tú?” le
pregunte medio asustado medio serio tocándome el vientre por puro reflejo.
De pronto
sentí miedo.
¿Si se había enterado?
Y venía a
quitarme al bebé.
Y sí...
“Si yo,” se
rió.
“¿Que-qué
haces acá?” tartamudeé
“Vine a
recoger unos files que dejé de más sobre su escri-” se quedó callado, “¿Por qué
tiene todas sus cosas en esa caja? Pareciera como si estuviese... ¿está dejando
el cargo?”
“Ehm ¿no?”
“Sí. Lo está
haciendo.”
“Si bueno, con
permiso,” le dije caminado hacia la puerta y luchando por abrirla con las manos
ocupadas.
“¡Esto es increíble!
No se ha despedido de su departamento...usted no-no se ha despedido ¡de mí!”
Al fin logré
abrirla pero me quedé parado como idiota al escucharle.
¿Qué significaba
todo eso?
Volteé a
verle con una ceja alzada.
“¿A dónde irás?”
me preguntó
Supe que no
estba obligado a responderle pero aún así...
“Nueva York.”
“Wow. América
me comprarás algún recuerdo cuando vuelvas ¿verdad? He trabajado muy duro.”
“No volveré y
lo sé, por eso serás mis reemplazo.”
Se quedó
callado un momento por mi respuesta. Y sonrió. Sonrió de la forma que
escandalizaría a cualquiera con ojos.
Me sonrojé.
“Entonces técnicamente
ya no eres mi jefe y además esta será la última vez que te vea ¿verdad?,” me
dijo.
No veía el
punto de citar lo obvio pero le seguí el juego.
“Supongo,” le
dije.
“Hmm.”
Dio dos pasos
hacia mí.
Yo me alejé
tres.
“¿Qué sucede?”
le pregunté.
“Nada Junsu,”
me sonrió complacido al poder llamarme por mi nombre, yo me preparé para
mandarlo a la mierda con palabras elaboradas tal y cual Changmin me había
enseñado cuando su aliento me golpeó en el oído.
“Solo pensaba
en que ya sabes...” susurró
“¿Que?”
pregunté con un hilo de voz
“Que debería
ser un adiós con un poco más de propiedad,” me dijo antes de besarme.
Me quedé en
blanco.
Sintiendo sus
suaves labios moverse sobre los míos despacio.
El calor me
subió a la cabeza.
Me impidió
pensar con propiedad.
Mis manos se
aferraron con temor a los costados de su saco.
Las suyas
bajaron a mi trasero.
La magia se
rompió.
¡Sería hijo
de su santa madre!
Mi rodilla se
estrelló en su entrepierna sin pensarlo.
Él se encorvó
antes de soltar un gruñido. E intentar disipar el dolor allá abajo inútilmente al
sujetarse la zona afectada con ambas manos.
“Si bueno con
esto vas a recordarme un buen tiempo,” le dije enojado.
“No Junsu espera,”
me dijo.
Pero no me
quedé a escucharlo decir más.
Tiré la
puerta mientras cogía mi caja con mis cosas y me dirigía hacia el ascensor
hecho una furia.
¿Por qué MIERCOLES
el ascensor demoraba tanto?
Escuché la
puerta de mi oficina cerrarse nuevamente y supe que Yoochun aparecía muy
pronto. Le di un vistazo a las escaleras de emergencia y me dije que no lo
valía.
Tal y como lo
pensé Yoochun apareció en el momento exacto en que las puertas del ascensor se
abrieron y logró colarse.
Le miré con
rabia y pretendí ignorarlo.
“¡Hey!
estamos a mano eh, que acabas de dejarme estéril,” me dijo.
“Qué bueno,”
le respondí.
“Venga lo
siento, me pasé es que tu trasero es...”
Alcé una ceja
incrédulo.
“Estás consciente
de que estas encerrado en una cabina de metal conmigo, sin escapatoria y peor
aún que tengo en esta caja un puñado de cosas potencialmente hirientes.”
Yoochun se
quedó callado.
“Ahora sí.”
“Pues bien ¿Qué
estabas diciendo?” pregunté amenazante.
“¡Que lo
siento muchísimo!”
“Ajá.”
Las puertas
se abrieron de nuevo.
Salí sin
decir una palabra. Yoochun me siguió.
Metí la caja
en la maletera de mi auto una vez llegué a él.
“Esta es la
última vez que me verás, soy un idiota lo siento, solo quiero que sepas que voy
a extrañarte y eso lo digo en serio.”
Volteé a
verlo fingiendo cansancio.
“Adiós
Yoochun.”
“Adiós.”
Me metí en mi
auto. Él se despidió por última vez con las manos y yo simplemente pretendí no
haberlo visto.
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So. Gracias por leer. Un besazo a todas
byes :D
dios!!! lo siento pperooooo..... cuando carajos avanzara su relacion? ya ando estresadaa!!!! plis considerancion... disculpa, gracias x la actu. :)