Growin up.

Dedicado a Yazz. Mi sunbae. Quien sabe la quiero harto ¿verdad? Esto es para ti preciosa. Por hacerme reír demasiado xD. Es un Minjae que salió de muchas canciones. Espero que te guste. Besos!

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Habías intentado acercarte muchas veces.

Habías intentado caminar hacia él, sentarte a su lado en el paso y presentarte propiamente como con todos tus otros compañeritos.

Intercambiar nombres y prometer ser amigos por siempre.

Pero todas y cada una de las veces fuiste cruelmente rechazado.

Y para un pequeño mocoso como tú. Proveniente de una madriguera tan cálida en donde todos sonreían y se deseaban un buen día para luego despedirse con besos en la mejilla. El rechazo era una palabra que no entendías.

Por eso a tus cortos 5 años, Jaejoong fue algo así como el mayor objetivo de tu vida.

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La primera vez que cruzaron palabras vino un par de años después. Él había dejado por fin esa franela roja, que tanto odiabas, de lado porque la llevaba a todos sitios y era al parecer su único amigo.

Estaban sentados en las escaleras fuera del colegio esperando por sus respectivas madres. Tú engullías tus papitas como si no hubiera un mañana. Y te atragantabas con tu botellón de agua.

Le mirabas a 6 escalones de distancia.

Captabas por el rabillo del ojo su delgada figura y sentías tu estómago hacer un ruido extraño que aún no tenías edad para aislar de tus sonidos fisiológicos normales.

Le escuchaste estornudar. Y tu “salud” salió en reflejo.

Él te miró por primera vez.

Y supiste que haberle dicho a tu madre que te recogiera una hora más tarde en adelante. Argumentando que había un compañero en tu clase al que solían recoger un poco tarde y no te agradaba la idea de dejarlo esperando solo. Había valido totalmente la pena.

“Gracias,” te dijo él.

Y tú solo asentiste con las mejillas coloradas.

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La segunda vez que cruzaron palabras fue tres meses más tarde. Tenían que hacer grupos de dos para una manualidad con palitos de madera para fin de año. Todos querían tenerte de compañero porque hablabas hasta por los codos y eras en general bastante gracioso. Pero...tú tenías solo ojos para uno.

Un enano antisocial que se sentaba al último de la clase y no parecía ni remotamente entusiasmado por el asunto de los palillos.

“Hola,” le dijiste.

Él te miró.

“¿Sabes usar la goma?”

Él asintió.

Y tú entonces alzaste las manos y le avisaste a la maestra que estarías haciendo grupo con él.

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La tercera vez que cruzaron palabras fue al día siguiente. Tú tenías tus palillos listos. Un pote de goma enorme y una sonrisa de oreja a oreja sobre tus labios.

Él tenía las escarchas y no parecía muy feliz de tener que compartirlas pero al menos se había sentado a tu lado sin poner mala cara.

“Hola,” le saludaste.

Sus ojos negros te miraron y ante tu total asombro escuchaste su tímido saludo, “hola.”

Supiste que era el momento de dar el siguiente paso y decirle tu nombre. Y recibir el suyo pero la bullera de tu compañerita decidió arruinar tu momento glorioso y hacer pataleta porque algún otro incivilizado le había tirado los palillos al suelo.

Dejaste de odiarla tres segundos más tarde.

Cuando escuchaste la risa de alguien a tu espalda.

Ese día aprendiste dos cosas. Su nombre era Jaejoong. Kim Jaejoong. Y tenía un humor algo negro.

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Al año siguiente eras a la única persona con la que él conversaba.

Y decir que estabas orgulloso era poco.

Con 8 años y Jaejoong a tu lado no había nada que pudiera con tu gran ego.

Tu cumpleaños se acercaba y habías invitado insistentemente a Jaejoong a tu casa y él por hacer que te callaras de una vez te había prometido pedir permiso. Y así lo hizo.

De modo que cuando recibiste la afirmativa.

Tachaste días en tu calendario junto a tu madre.

Era el primer año en que lejos de sentirte ansioso por los regalos que recibirías te sentías ansioso por tu invitado.

Ya que según te había explicado tu má, la madre de Jaejoong tenía horarios difíciles. Y el niño se quedaría a dormir en tu casa.

Jaejoong llegó a tu casa junto a ti en el carro de tu madre. Y junto a todos tus compañeros claro, pero ese detalle te tenía sin cuidado. Se pusieron gorritos. Comieron como cerdos. Gritaron y abrieron regalos.

Hasta que eventualmente todo el mundo regresara a sus casas.

Y las manitas te empezaron a sudar.

Tu madre les ordenó ponerse los pijamas. Y subieron escaleras arriba riendo ante los recuerdos que acababan de ganarse en todo ese día.

Estuvieron bajo las sábanas media hora después y mirando el techo de tu habitación cada vez más obnubilados por el sueño quisiste decirle que lo querías quizás un poquito más que a tu propia madre.

Pero no supiste cómo hacerlo.

Al menos no hasta que sujeto tu manita entre las suyas y te dijo entre susurros, “feliz cumpleaños.”

Fue el mejor cumpleaños que recordaste haber tenido en la vida.

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La adolescencia los asaltó de un momento a otro.

Los barritos. El cambio de voz.

Los rasgos más finos.

Las personalidades.

Aunque ciertamente ninguno de ambos cambió mucho en realidad. Tú te estiraste dramáticamente. Él...

Bueno Jaejoong seguía siendo igual de atractivo a como lo recordabas. Pero para tu mala suerte ahora el alrededor parecía ponerle más atención al detalle.

De modo que para tercero de media tu amigo era el ser más popular en el planeta.

Tú no te quedabas atrás tampoco.

Pero de pronto eras tú a quien más bien no le interesaba la opinión del mundo más a no ser que fuera de la persona que siempre caminaba a tu delante.

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Su primera novia trajo como consecuencia la tuya.

No se hablaron por una semana.

Y ni siquiera tuvieron del todo el claro el porqué.

Tú sin embargo fuiste como siempre el que tuvo que acercarse primero. Y como quien no quiere la cosa...decirle las buenas nuevas de tu semana. Porque a quien querías mentirle, lo habías extrañado.

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La segunda novia. Trajo como consecuencia tu segunda.

Y su tercera. Tu primera borrachera.

Descubriste que tu tolerancia no era buena. Y mientras él tenía tu cabeza bajo el wáter jurando que mataría a Yoochun al día siguiente. Porque en el estado en el que te encontrabas no podías llegar a tu casa. Tu madre te rajaba. Y no se te había ocurrido ningún otro lugar al cual ir.  

No te preguntó razones esa tarde.

Cuatro horas más tarde cuando te levantaste con un dolor de cabeza mortal...tuviste que soltar un par de explicaciones.

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Para el último año de cole supiste que estabas irrevocablemente enamorado de tu mejor amigo.

Y él asimismo de su actual novia.

No te importó.

La experiencia te había dejado claro que Jaejoong juraba amar a Rosa el viernes por la noche. Y a la mañana del sábado se las desvivía por Josefina.

Sus novias te tenían sin cuidado.

Lo que no te tenía tan tranquilo, sin embargo, era la declaración.

Eso y el bendito discurso que tendrías que dar en unas horas como el primero de la promo.

Recibieron sus diplomas entre las lágrimas de sus madres y muchas MUCHAS fotografías.

Todo tu alrededor era un caos.

Oíste al director llamándote por el altavoz.

Y tu estómago se torció un tanto con nerviosismo.

Jaejoong te gritó en mitad del gentío pero no pudiste ubicarlo.

La multitud te empujó de a pocos fuera de la gran lluvia de gorros de graduación. Y corriste hacia al estrado cuando oíste al director llamarte por segunda vez.

No supiste muy bien como llegaste a dar con las escalerillas.

Te avisaron que esperaras un segundo mientras el director daba su gran discurso. Y tú soplaste tus manos algo sudadas y trataste de acomodar tu cabello.

Jaejoong apareció por atrás cual Batman y con el tremendo susto que te pegó y por la forma en que galopaba tu pulso supiste que tu discurso sería una mierda.

Te palmeó la espalda mientras te decía algo que esperaba fuera conciliador aunque en efecto no lo fuera.

Tu auxiliar de primero de media asomó la cabeza entre los telones para avisarte que era tu turno de subir y saludó a Jaejoong de paso antes de desaparecer de nuevo.

Escuchaste los aplausos.

Tu nombre.

Pudiste visualizar a tu madre entre las gradas llorando.

Pero nada se asemejó de forma algún sentir su abrazo.

Tus piernas dieron un paso hacia las gradas.

Y tu cabeza se volvió a ese Jaejoong que te miraba con las manos en los bolsillos y esa sonrisa que desde que tenías uso de memoria te succionaba la vida.

Y todo tuvo sentido al fin.

Todo estuvo tan claro, tus manos se soltaron de la barandilla y saltaste de vuelta a su nivel.

Jaejoong te miró sin entender. Tú le miraste sin entenderte a ti mismo propiamente.

Solo negaste con la cabeza y alzaste las manos en pos de rendición.

Él te miró aun más raro.

Mientras un sonrojo cubría sus mejillas.

Porque entendió sin necesidad de palabras lo que estabas tratando de hacer.

Escuchaste los tacones de tu profe acercarse. Y supiste que era ahora o nunca.

Lo supiste.

E hiciste la única cosa para lo que siempre te había faltado valentía hasta ese momento, claro.

Juntaste sus labios.

Le susurraste un te amo.

Y con la circulación y la adrenalina moviendo tu todo volviste a subir por las escalerillas...y diste el discurso de tu vida.

 Espero haya gustado. Gracias por leer. Y bueno Yazz preciosa tal vez esta imagen resuelva alguna de tus dudas...