Star Tales

miércoles, 12 de octubre de 2011
Sucedió para finales del año escolar, allá cuando mis 15 años eran noticia reciente. La verdad es que siempre me había visto atraída por los animes y mi curiosidad de adolescente se había limitado a los openings o endings de los mismos por tanto cuando aquel DVD pirata llegó a mis manos mi primera reacción fue una prolongada burla hacia sus aspectos afeminados sobre la portada, sin embargo...

Mientras el video transcurría logré ver algo en esas 5 sonrisas que irremediablemente conllevó a la mía. Dioses nacientes del este se hacían llamar y aunque el primer video musical que mis lacrimosos ojos (sí, lloro cuando me rio) pudieron apreciar transcurrió entre risas y señales algo abstrusas hacia mi mejor amiga, caí rendida ante sus miradas.

Poco tiempo después mi reproductor gozaba de casi 200 canciones cada una de ellas del mismo grupo fueran en coreano, japonés o “inglés” (ustedes entienden mis comillas) que me hacían bailar, reír o cantar a cuanta garganta pudiera.

La red me conllevó a foros, sitios webs gigantes con info, fotografías y videos que a la larga llenaron mi habitación de posters, letras de canciones y chucherías.
DBSK ha sido y será uno de mis grandes amores aunque atraviesen problemas aunque flaqueen pues han sido los únicos que me han hecho reír, llorar y delirar a costo de un par de palabras (shipeando...)

Han marcado un antes y después en mi vida y me han acompañado a atravesarla, y sé que no soy un FAN en todas las de la letra. Que no poseo toda su mercancía, ni el 5% quizás, pero aún así creo que puedo decir que amo a cada uno de sus integrantes.

Y si estoy colgando esto es porque hace unas dos semanas me encontré con algo feo por ahí y me sentía en la obligación de reafirmar mi posición en todo esto. Cassiopeia es una familia muy grande, ya suficiente golpe ha sido la separación de ellos como para seguir dándole vuelta al punto.

JYJ es JYJ. TVXQ es TVXQ. Diferentes agencias, diferentes estilos de música.

¡Y por tanto no comparables!

Si han decidido apoyar a una sola parte ¡Bien!

Si han decidido apoyar a ambas ¡Genial también!

Y por último quizás esta frase este muy desgastada y/o olvidada pero a lo menos yo no voy a parar de repetirla Alway keep the faith.



ATTE: Kimmy Lin ♪♫

The end...

Ha sido muy nostálgico escribir esto, estar fuera de práctica congeló mi cerebro. Por no mencionar que mi imaginación tiene una relación muy estrecha con mi estado anímico y a decir verdades a estado bastante bitch ahora último.

Dedicado a yui8_lin y en general a todas las que han seguido a este pequeño, ha sido un hermoso año y espero que este sea uno mejor...(ahí está es todo tuyo así que no te quejes :)

P.D: Por dios acabo de terminar mi segundo serial!!! (buuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa....)

P.D2: A todas las que han seguido a esta desaparecida hasta este último capítulo,
¡muchísimas gracias!

 P.D3: Agradecimientos especiales tambien para mis musas que me ayudaron en mis largos episodios de no-creatividad y me animaron a seguir: mi clari, mi nia y mi pieruchis.


 



JUNSU

Me he dicho muchas veces ya.
Que se ha terminado.
Que no volveré a verte más
Que derramar lágrimas es en vano.
Que esto es lo mejor para ambos.

No tienes idea de cuánto YooChun.

Sin embargo yo...

No he podido serle fiel a mi razón. No he podido cerrar los ojos sin percibir tu aroma, tu voz reñirme a susurros mis descuidos o el calor de tus brazos guardándome gentilmente en su regazo.

Y lo odio.

Te odio.

Pero sobretodo me odio.

Porque ya no se qué demonios hacer ¡No sé qué más hacer! Para aplacar este dolor que reside en mi pecho. Porque no puedo ser capaz de sobreponerme a esto. Porque te extraño tanto pero tanto que me siento morir de puro anhelo.

Porque sé muy bien que olvidarte no será inmediato.  Y el tiempo me quema los sentidos, la voluntad. Esa que ha escaseado desde siempre y después de verte con otra persona debería haber desaparecido por completo.

Pero no lo hizo...

Aún después de todo, aún cuando soy consciente lo que has hecho, de lo que hecho, lo que hemos hecho. Sigue aquí.

YooChun, mi corazón es ciego. Mi amor es ciego.

¿Puedes decirme cómo hacer para decirle que eres mi hermano?

Que esto está mal.
Que es incorrecto.

¿Cómo se supone que deba hacerle entender lo erróneo que sería un “lo nuestro”? ¡¿Cómo YooChun?!

Exacto...no puedo. Sencillamente, no puedo.

Y tengo que acostumbrarme a vivir con ello o mejor dicho a resignarme a vivir con ello. Con la sombra de este amor enfermo que Dios no quiera, resida por siempre aquí dentro. Atormentando mis sueños, mojando mis mejillas a tu recuerdo.

¡Y no YooChun! ¡No quiero!
Quiero volver a vivir, a sonreír, a sentir el cariño filial que en un principio te tuve.
Quiero ser quien te de los anillos cuando desposes a tu prometida.
Quiero que veas crecer a mis hijos y ellos te llamen su tío favorito.
Quiero todo eso YooChun-ah...

Solo quiero quererte de la forma que debo.

Porque ya no puedo ¿entiendes? No puedo con esto.

Te necesito, necesito tus manos, tus besos, tu voz, tus ojos y tu pelo.

Y sé que está mal, lo sé muy bien ¡Por Dios que lo siento! Él mejor que nadie debería saber cuánto.

Podrá el mundo entero juzgar mis sentimientos pero no hay nada que pueda hacer por ello. Escapa de mis manos y es por eso que estoy huyendo. A disculparme con ellos primero, a rogar por su perdón en el silencio. A implorar por algo que sé no merezco, no merecemos.

Y lo más importante debo huir de ti, a un lugar en el que pueda empezar de cero...olvidarme de la sangre, el dolor y el sufrimiento; para así tratar de volver a ser feliz aún sin tenerte a mi lado.

Aunque me sonara a imposible de sólo pensarlo. Debo intentar ¿cierto?

Changmin me ha ayudado mucho con esto.

Cuando salí esa tarde a las calles con mis maletas en manos y sin tener mínima idea de adonde ir o que hacer, en ese momento solo pensaba en volver a Corea, refugiarme en los brazos de mi segunda madre y esperar que no cuestionase mi inesperada llegada, que sus dulces manos peinaran mis cabellos y pudieran borrar estos 6 meses que he pasado a tu lado.

Pero eran mentiras, si yo mismo no se lo decía la preocupación la llevaría a comunicarse contigo ¿y entonces qué le dirías?

No sé como llegué a la puerta de su departamento, ni cómo debía lucir cuando lo tuve enfrente. Porque sus ojos se enrojecieron antes de estrujarme sin cuidado entre sus brazos y yo sólo pude largarme a llorar como un poseso.

Esa noche le conté todo, tratando de dejar toda esa pesada vergüenza a un lado, él no dijo nada sin embargo, permaneció inmute como si supiera lo que pasaba hace mucho y se limitó a animarme a seguir.

Me hizo comprender que querer arrancarte de mí sería en vano, que debía ir despacio y que un tiempo alejado de todo me ayudaría a sobrellevarlo.

Y pues yo...le hice caso.





YOOCHUN


No podría señalar con exactitud el momento en el que perdí el camino pues al fin y al cabo lo había perdido y ahora todo cuanto veía era gris pues no estabas a mi lado. No te veía Junsu-ah y quería tanto verte, necesitaba verte, tenerte en mis brazos una vez más, una que durara por siempre para así asegurarme de que entendieras el cuanto te amaba.

Pero no. No se me estaba permitido.

Al estar fuera de la senda debía de afrontar las consecuencias por no haber huido del fuego cuando se me avisó de él, por haberte arrastrado a esto...a ti, a la única persona a la que he amado y sin embargo he herido como a nadie.

Prometí no volver a hacerte llorar, lo prometí tantas veces.

Y sólo logré hundirnos en la miseria a ambos...

“¿Por qué?” “¿Por qué tuve que enamorarme de ti?” Son interrogantes que ya he dejado de preguntarme ¿sabes?

Las acciones valen más que cualquier palabra o conflicto existencial en mi atormentado cerebro y me he dado cuenta que dañar nuestras vidas por algo que terceras personas califiquen de bueno o malo es algo que no podré aceptar.

Y si he llegado a esto es porque no existe otra solución. Lo he intentado Junsu, he tratado de negármelo y mira a donde hemos llegado.

A un adiós que me ahoga recordar, a dos cuerpos jadeando bajo el otro, a decirnos abiertamente eso que nos ha venido destruyendo por dentro quizás no de la manera en el que podríamos haberlo planeado.

Y sé que quizás lo único que pueda ofrecerte cuando nos caigan piedras en el camino serán “lo siento” unos que físicamente brotaran de mis labios pero me aseguraré de hacerte saber se formarán en lo más profundo de mi alma.

En esos lugares recónditos a los que solo tú has llegado a ingresar.

Pues ¿de qué me valía seguir respirando sino te tenía a mi lado? Sin ti Junsu-ah la vida dejaba de ser lo que era, carecía de sentido. Sin ti yo simplemente no podría...

Y si algo había entendido en las últimas horas era que tú sentías igual.

Así que ahí me hallaba.

Corriendo a zancadas hacia la casa de ese castaño amigo tuyo. Sintiendo mi cuerpo temblar de cabo a rabo ante la improbable pero remota posibilidad de que pudiera encontrarte ahí.

Sintiendo también como de pronto las palabras huían de mí y dejaban tan solo a este desastre que no podría siquiera mirarte a los ojos.

Llegué a la puerta.  Conté cada absurdo peldaño que subí hasta que mis nudillos se encajaron en la puerta de madera. Una. Dos. Tres veces.

Sus ojos me escudriñaron con desprecio.

Los tonos purpúreos de su rostro me obligaban a mantener la cabeza gacha para evitar mirarlo directamente, sentía culpa pero también rabia al saber que él te había tenido en sus brazos los últimos días, aún cuando yo no tuviera derecho o sangre en la cara para hacerlo.

Carraspeó, esperando impaciente que yo dijera algo pero las palabras no salían de mi boca, percibía tu esencia en el ambiente y mi cuerpo simplemente se paralizaba en el acto.

Frunció el ceño antes de largar un suspiro y preguntarme, “¿Te vas a quedar ahí parado?” Para luego adentrarse en su departamento y dejarme la puerta abierta.

Si el umbral ya enrojecía mis ojos, el interior de su departamento me dejó sin aliento.

El castaño se dejó caer en su mueble con molestia y me señaló el asiento de enfrente con una mueca. Como pude dirigí mis pasos hacia el mismo. El silencio cayó pesado, como una capa de algún tipo de seda invisible, una que podrías tocar con las manos. En el sentido explícito de la palabra.


“Yo” Empecé.


Changmin sonrió con indignación antes de dirigirme la mirada. Juzgándome sin siquiera darme la oportunidad de defenderme. Aunque debía admitir que no gozaba de buenos argumentos a mi favor exactamente.


“Lo quiero” Le dije “Lo quiero...”


Él suspiró. Me miró con un desagrado que paulatinamente se transformó en algún tipo de empatía, supongo.


“Lo sé” me dijo como si fuera lo más obvio del mundo, “Lo he sabido desde un principio, solo quería que te dieras cuenta de una vez por todas, me jodía que fuera Junsu el único que se tragara sus lágrimas”


Me quedé mudo.


“Pero bueno sé también que eres un imbécil así que no me sorprende” Me dijo con una media sonrisa en los labios.

“Lo siento” Fue lo único que salió de mis labios “Lo siento por todo...por” Señalé sus moretones con vergüenza.


Él solo negó con la cabeza.


“La verdad es que el sabor de sus labios lo valieron” Apuntó sonriendo con sorna.


Mi estómago se contrajo. Intentaba molestarme...y con mucho éxito.


“Oh vamos estoy bromeando,” me dijo después de un par de segundos incómodos, “así que quita esa cara de mártir ¿quieres?”


Bufé.


“Necesito verlo,” le dije sin rodeos.

“No veo otro motivo por el que se te haya antojado venir aquí ¿cierto?” Se rió “Pero me temo que no puedo ayudarte con eso.”

“¿Por qué no?” La pregunto salió mucho más ruda de mi boca de lo que había planeado.

“Porque la única razón por la cual Junsu decidió irse fue para olvidarse de ti...y enviarte hacia él no es exactamente la mejor forma de ayudarlo ¿no crees?”


Mis ojos se abrieron.

La palabra olvido flotaba en mi mente sin terminar de ser procesada.

Pero las imágenes que se me formaban allá arriba se clavaban en mi pecho como dagas filudas.


“Yo...no, él”

“¿Por qué no? ¿No es eso lo que quieres? ¿Qué sea feliz? ¿Qué se olvide de ti?”


Exacto quería que se olvidase de mí.

Pero sobretodo que al fin...fuera feliz.


“Sí,” siseé “sí, lo quiero feliz, yo lo quiero muy feliz”

“Entonces ¿no crees que deberías dejarlo ir?”


No me miraba con desprecio. Era indiferencia. Indolencia pura hacia mis sentimientos, hacia lo nuestro. Y realmente no podía culparlo pero tampoco dejarme afectar por ello.

Pero es que sentir tus claros recuerdos desvanecerse ante el pensamiento de no volver a tenerte a mi lado. Era mucho más de lo que podía soportar.

Mi cabeza se movió de arriba abajo en afirmación pero el resto de mi cuerpo decía lo contrario.

Y es que eran mentiras.

Jaejoong me había ayudado a entender las razones.


“Yo...quisiera dejarlo ir, quisiera poder ser capaz de arrancar de su cuerpo los sentimientos que tiene por mí y dejar de ser la razón de sus llantos, quisiera ser el único que tuviera que tragarse su amor y fingir tener las fuerzas para seguir con su vida, quisiera muchas cosas ¿sabes?”


Él no respondió.


“Siempre he conseguido lo que he querido,” reí con desdén “hasta ahora”


Sus ojos castaños me observaban en silencio.


“He sido un bastardo, un perro. Nunca sentí lástima por nadie o algún tipo de remordimiento. Solo sabía hacer cuanto me placía. Deshaciéndome de lo que me estorbaba, escabulléndome en aquello que me llamara la atención”

“Hasta que yo...lo conocí,” él sonrió casi imperceptiblemente “Lo conocí y entonces yo...”


Él bufó de pronto, se revolvió los cabellos con desesperación y dejó caer su cabeza en el filo del sofá.


“Lo sé ¿vale? ¡Demonios!” Gruñó mientras masajeaba sus sienes “¿Tenías que ponerte sentimental verdad?”


Me encogí de hombros.


“Mira, sé perfectamente que él te sigue queriendo aún después de todo lo que le has hecho así que no soy quien para interponerme. Pero solo puedo decirte algo, si decides seguir no habrá espacio para arrepentimientos ¿me escuchas? Porque esta vez no pienso quedarme de brazos cruzados” Me amenazó. 


Mi pecho se oprimió cuando lo vi pararse y buscar algo en el mueble del televisor, para extraer de él, unos segundos después, lo que parecía un pasaje de avión y una pequeña libreta de notas.


“Se suponía que debía ir hoy en la tarde para despedirnos definitivamente.” Me dijo “Ahí está escrito todo, incluyendo el hotel, el número de habitación que ocupa y el falso nombre que usa, supondré que ya sabes que hacer” Me miró una última vez mientras suspiraba.

“Dile que lo extrañaré,” susurró. Luego se llevó la mano izquierda hacia su nuca y la derecha hacia su nariz y boca, “Y que por favor mire a los lados antes de cruzar la pista.”


Quise decirle algo pero antes de que pudiera parpadear siquiera los dejó caer en mis piernas y se dirigió a su habitación a zancadas prácticamente, para ya desde dentro gritarme.


“Cierra bien la puerta cuando te vayas.”


Volví a sumirme en el silencio.





JAEJOONG



“¿Qué crees que estás haciendo aquí?”


Debían haber pasado muchos años desde la última vez que había cruzado palabra con mi padre pues la impresión inicial me dejó un tanto shockeado.

Tosió por el esfuerzo de alzar su voz. Pero recobró la postura amenazante al segundo siguiente.

Así que era verdad.

Hacía un par de años me había llegado la noticia de que estaba enfermo, pensé que era un otra treta suya para que las noticias de sus negocios ilegales, que ya a esas alturas habían salido a la luz escandalosamente, se minimizaran.

Pero no, supongo que podría llamarse karma.


“Nada que haya elegido a voluntad, es Yunho quien me está obligando” respondí con desprecio.

“¿A qué te refieres con Yunho?” Me preguntó con el mismo tonito de antes, “¿Qué pasó con Jung? ¿Es que sabes donde ésta? Ese bastardo desagradecido su padre está muy consternado con la cancelación del matrimonio, bueno así es como son las cosas a veces tu propia sangre te apuñala por la espalda,” me dijo.


Dirigiéndome una mirada bastante expresiva mientras se cruzaba de piernas sobre su sillón de madera muy fina con esos aires de magnificencia que él y yo muy bien sabíamos no merecía.


“¡Es suficiente! No tengo porque escucharte si he venido acá es porque debo darte una noticia o mejor dicho una invitación” siseé.

“¿Una invitación para qué?” preguntó sin terminar de entender, fulminándome con esos ojos miserables con burda curiosidad.


Yunho entró entonces.


“Para nuestra boda,” exclamó dejando caer la invitación sobre el escritorio de mi padre, “agradeceremos su presencia,” continuó él sosteniendo mis manos entre las suyas para terminar de aclarar cualquier duda.


La risa de mi padre hizo eco en toda la casa por lo que me parecieron milenios.

Yunho apretó el agarre en torno a mis manos.


Entonces mi padre habló, “niño ¿acaso eres consciente de lo que haces? ¿Es que crees que tu padre va a dejar que manches el noble nombre de tu familia de este modo? ¿Es que crees que dejaré que manches el noble nombre de la mía?”


“¡Es que no estás al tanto de los medios!” Exclamé yo con indignación, “de que honor te atreves a hablar después de todo lo que se ha ventilado, ni siquiera en la enfermedad has tomado conciencia de nada ¡No eres más que un...!” No fui consciente de que mi puño se alzaba hasta que la mano de Yunho me sostuvo el brazo.


“¡Jaejoong!” me llamó con precaución mientras negaba con la cabeza para luego dirigirse nuevamente a mi padre, “hemos venido a decírselo porque creo que debe tener conocimiento de este paso tan importante en la vida de su hijo, señor Kim” le dijo mirándole con esa expresión de respeto y galantería que derretiría a cualquiera.


Que no fuera mi padre por lo visto.

Y es que ocurrió demasiado rápido.

La palma de su mano se hundió en el pómulo de mi amado con tal fuerza que le volteó el rostro.


“¿Cómo te atreves?” Escupió con desprecio, “¡intentas darme una lección de vida a mí! ¿Es que no sabes con quién estas tratando? ¡No son más que un par de maricas inmundos, lárguense de mi oficina ahora mismo!”


En mi vida habían sido contados los momentos en los que mis impulsos me habían superado.

Y de alguna forma supe mientras veía la rojiza mejilla de mi Yunho que esta sería la peor de todas. La rabia contenida de tantos años explotó como un volcán dentro de mí, así de colosal e incontrolable. Me abalancé sobre él como un vampiro sediento de sangre, anhelando observar sobre el suelo su cuerpo sin vida para así sentir al menos alivio.

Yunho tuvo que usar mucho esfuerzo para mantenerme a raya.

Yo ya no cabía en mi mismo, le gritaba toda esas verdades que siempre quise decirle mientras Yunho me conducía hacia la puerta y les exhortaba a todos esos guardias que como me tocaran un solo cabello su conducta pacífica se iría al carajo.

Mi padre me miraba pasmado.

Yo jamás perdía los estribos ni frente a él ni frente a nadie, mucho menos me dignaba a ensuciarme las manos.


“Jaejoong-ah” Yunho me susurró en el oído, “déjalo ya...tu mismo lo has dicho si no ha cambiado aun con todo lo que se le está viniendo encima entonces...”


Yo le empujaba para que me soltara mientras sentía como la nariz empezaba a escocerme y mis ojos aguarse de la rabia, de la impotencia.


“Amor, sé que siempre has guardado algún tipo de esperanza con tu padre, te conozco, eres probablemente la personita más hermosa e inocente que he conocido...y lo entiendo, me hace muy feliz saber que la persona que amo tiene un corazón tan grande pero ¿sabes? debes dejarlo ir, algunas cosas simplemente...no pueden arreglarse” me limpió esas lágrimas que se rehusaban a caer con los dedos.


Hipé.

Temblé de pies a cabeza incapaz de poder levantar la mirada. Él me abrazó. Beso delicadamente la parte posterior de mi cabeza mientras me musitaba, “vámonos.”

Para luego tirar de mi cuerpo delicadamente y así sacarme de aquel horrendo lugar al que alguna vez llamé hogar.

Pero me detuve al llegar al umbral de la puerta de su despacho y me volví hacia ese hombre que no gritaba porque ya no le quedaban fuerzas para hacerlo y sólo podía mirarnos con profundo aborrecimiento.

No sabía exactamente porque me detenía.

Pero a cada milisegundo en el que mi cuerpo terminaba de virarse sobre su eje para darle cara quizás por última vez, las palabras salieron de mi boca.


“Aunque resulte increíble, no te odio” le dije con una sonrisa desganada, “quizás nunca llegue a hacerlo, eres mi padre y nos une un lazo que no puedo romper con este par de manos y créeme lo he intentado,” me reí, “pero eso no significa que te haya perdonado, nos has hecho mucho daño, a mí y a la única persona que alguna vez te amó por quien eres y no por lo que tienes”


Yunho se posicionó a mi costado en silencio. En una especie de posición defensiva en contra de esos gorilas aún en las puertas del despacho.


“Suelo recordármelo siempre ¿sabes? todo lo que he vivido bajo estas cuatro paredes para llegar a odiarte...porque seamos sinceros, odio es lo único que te mereces pero ya no...Empezaré una etapa nueva en mi vida con esta persona y será decisión tuya salvar algo de lo que queda entre nosotros o quedarte aquí pretendiendo tenerlo todo cuando todos los que habitan en esta casa saben que es más bien todo lo contrario, la decisión es tuya y sea cual sea la que elijas por primera vez en mi vida no significará ningún tipo de sufrimiento para mí” finalicé.


Yunho apretó mi mano.

Me volví muy despacio a él y sonriéndole le susurré, “vámonos.”







JUNSU


“Lo siento” las palabras salieron tan débiles de mi boca que parecía me lo había dicho a mí mismo, “lo siento mucho,” repetí.

“Discúlpenos por todo esto” continué, “Yo sé que no tengo sangre en la cara para pedírselos y sé también que puede que nunca nos lo concedan y están en todo el derecho de, sé que esto será difícil de entender o aceptar, también sé que deben saberlo ya... lo amo...y hacia un par de horas atrás venía con la clara idea de dejar todo esto atrás pero ¡Dios santo! lo amo...lo amo tanto y no puedo hacerlo ¡no puedo hacerlo! no podré olvidar a Yoochun si sigo respirando, no podré encontrarla felicidad sino le tengo a mi lado...no podré vivir de plano,” hipé, “lo necesito y lo necesitaré hasta que muera...omma, appa no tengo recuerdos muy claros de ustedes, era apenas un bebé y las fotos que me ha mostrado mi tía revelan ese brillo único que sólo puede encontrarse en compañía del ser verdaderamente amado...y yo lo he tenido desde la primera vez que lo vi, yo, sé que merezco ir a los infiernos pero no lo arrastraré conmigo a esto ,alguien debe ponerle fin a la cadena y ese alguien tendré que ser yo, los quiero...espero algún día entiendan porque lo hice...todos puedan entender porque lo hice y espero también que una vez lo hagan sigan su camino.”

Jae-hyung, Changmin-ah y tú...

Las olas rompían a lo lejos tratando de amilanarme.

Los escalofríos crecían desde mis pantorrillas, el agua estaba helada y era de noche, lo único que me alumbraba era la potente luz de luna esa que me permitía ver la inmensa e inabarcable masa de agua que mi garganta estaba a punto de tragarse.

No estaba bebido.

Estaba lúcido, completamente consciente de mis actos y a cada paso que daba más convencido en que lo que estaba haciendo era lo correcto.

Debía haberme quitado la ropa antes de entrar, me recriminó cuando una tercera ola me golpeó y me hizo retroceder varios pasos, ahora tenía que cargar con mi propio peso y también el de todo ese algodón mojado que se pegaba a mi cuerpo y me impedía avanzar a la velocidad que quería.

Regresar a la orilla sería una completa tontería sin contar una pérdida de tiempo que no podía permitirme. Changmin ya debería haber llegado al hotel y si no me encontraba ahí asumiría que había tomado alguna decisión estúpida, con toda la razón a excepción del último adjetivo, y probablemente alertaría a cuanto humano se cruzase en el camino para salvar lo insalvable.

Algún turista que reconocería mis descripciones físicas le diría que me había visto caminar hacia la bahía. Y de alguna manera lograría “rescatarme” me miraría destrozado y me mataría a golpes por egoísta.

Y soy también consciente de que en cuanto a él respecta lo estaba siendo y mucho, pero eventualmente me entendería, sabía que lo haría.

Terminé de quitarme la ropa y lanzarla hacia la orilla aunque no llegó a más de unos metros de mí y el vaivén de las olas me las enredaba entre las piernas a cada tanto.

La corriente había dejado de oponer resistencia a mi entrada, ahora parecía jalarme con fuerzas crecientes hacia sus profundidades y la trasparencia de sus aguas acariciaba oscilantemente mi mentón.

Unos cuantos pasos más y el agua me taparía completamente.

Entonces volví la mirada hacia la orilla, recorrí cada lucecita a lo lejos, cada estrella por encima de mi cabeza y cada palmera que se mecía con el viento, permitiéndome recordar cada pequeño momento a tu lado durante todo el proceso para luego regresarla al punto inicial inspirando profundamente el aire que pronto ya no respiraría. Y fue ese decisivo momento en el cual Dios me concedió el más precioso de los obsequios.

Me regaló tu figura sobre la orilla.

Y me infló el pecho con valentía. Empecé a retroceder de espaldas sin querer perder tu figura en ningún momento, hasta que el agua me cubrió por completo y no me molesté en aguantar la respiración.

Los oídos comenzaron a zumbarme y zambullido ya, empecé a llevar la cuenta de los segundos que me quedaban con la última inspiración que había dado, con los ojos muy abiertos y fijos en algún punto de esa sábana oscura que iba llevándose mi cuerpo mar adentro.

El agua empezó a ingresar por mi tráquea y sentí como invadía dolorosamente mis pulmones. Tosí al punto de querer convulsionar. Sentía mis lágrimas sobre mis ojos aún con toda el agua que me rodeaba y también como una ráfaga de fuego ardiente empezaba a ascender desde mi pecho. El instinto de supervivencia que tanto luchaba por inhibir me hizo dar unos cuantos aleteos y un par de balbuceos con tu nombre cuando ya sentí mi hora de muerte como un hecho.

Y me dejé flotar sobre la superficie sintiéndome en la nada...

Todo era silencio.

Todo era oscuridad.

Era al fin calma.





YOOCHUN



Siempre supe que llegado un día todas esas horas que me pasé viendo CSI Miami sobre mi cama me serían de mucha ayuda. Pues bien había llegado ese día y si bien tenía imágenes claras de lo que debía hacer, tenía pálida idea del cómo.

Mi camiseta cayó al piso, mis pantalones. Y entré a zancadas en el agua helada que amenazaba con darme un calambre en cualquier momento.

Se hundía, él muy idiota se hundía y algo me hacía pensar que no haría nada por evitarlo.

El sonido de mi propia respiración sonaba con fuerza en mi cabeza, mi cuerpo nadaba siguiendo esa especie de línea imaginaria que había trazado hasta el último punto en el que te había visto.

No escuchaba tus gritos. Sólo las olas rompiendo en la orilla y esas voces en mi cabeza que agonizaban del terror al no encontrarte y me advertían del tiempo que pasaba y las consecuencias que tendría.

Me zambullí interminables veces tratando de ubicarte en la oscuridad pero nada, el mar empezaba a arrastrarme consigo pues ya no alcanzaba a tocar piso...

Y me dejé guiar esperando que me llevara hacia ti pero solo veía agua, ya no podía divisar siquiera la orilla.

Empecé a zambullirme nuevamente.

Hasta que a la treceava o quinceava vez luchando contra el escozor de mis ojos y el frío que calaba cada uno de mis huesos, te escuché aunque débil, llamarme por mi nombre.

Salí a la superficie nuevamente y al dirigirme hacia tu voz, vi tu cuerpo flotando a unos metros.

Nadé lo más rápido que pude sujetándote sobre mi espalda mientras te conducía hacia la orilla o mejor dicho hacia donde creía se encontraba la orilla. Aterrorizado al no sentir tus latidos mientras le rogaba a Dios que te quedaras conmigo.

Mis pies pronto tocaron arena y supe estaba en buen camino.

T e recosté sobre la arena bastantes metros alejado de la orilla y comprobé que efectivamente, no respirabas. Y entonces mis manos se cruzaron sobre tu pecho y empezaron a darte la reanimación cardiopulmonar que tantas veces había visto. Y he de serte sincero, no tenia mínima idea de lo que hacía pero lo hacía simple y sencillamente porque me aterrorizaba la idea de correr con tu cuerpo inconsciente hacia el hotel y perderte en el camino, pero me recuerdo gritando, pidiendo auxilio a cuanto pulmón pudiera mientras mis manos realizaban las compresiones sobre tu pecho al compas de una cuenta que llevaba una voz en mi cabeza y otra que le recordaba 2 ventilaciones y 30 compresiones.


“Quédate conmigo,” te decía, “quédate conmigo,” pero tu cuerpo frío no se movía estabas en paro, muerto momentáneamente porque me negaba a creer que pudieras haberlo hecho definitivamente.


Y no sé si lo que sucedió a continuación fue producto de mi imaginación, la desesperación, o mis profundos miedos pero cuando mis brazos empezaron a perder ritmo por el cansancio y el dolor sobre mis músculos, y es que llevaba 15 ciclos ya, y mis excesivos esfuerzos empezaban a desarrollarme el siempre inoportuno cuadro asmático. Fue en ese momento en el que sentí como dos pares de manos me ayudaban a comprimir el esternón de mi Junsu tendido en la arena, como dándome fuerzas, acompañándome en toda esa odisea.


“Un hombre ahogado” escuché voces gritando a lo lejos, alguien había escuchado mis alaridos al parecer.


Y ahora venían en nuestra ayuda.


“Vas a estar bien ¿escuchas?” te dije prácticamente llorando mientras volvía a empezar otro ciclo.


 Sentía los pasos del gentío saliendo de la recepción hasta donde estábamos con el equipo necesario y los expertos necesarios, aunque sé que resulta algo imposible de creer.

Me hicieron un lado al llegar y te metieron una especie de tubo por la boca mientras empezaban a repetirte el masaje.


“Bien hecho,” me dijo uno de ellos.


Pero yo no lo escuchaba, te veía toser compulsivamente mientras empezabas a retorcerte sobre la camilla y balbucear, aunque inteligiblemente, mi nombre.

Me hice camino hacia ti sin molestarme en darle explicaciones a nadie y sostuve tu mano.

Al parecer la calma que se irradió por mi cuerpo atravesó también el tuyo.

Pues te quedaste muy quieto y volviste a recostarte sobre la camilla, perdiste el conocimiento de nuevo, pero al menos respirabas.

Entre cuatro personas te cargamos por la bahía de regreso al hotel y encontramos la ambulancia a mitad del camino. El rescatista al mando se había dado cuenta que mi presencia te suponía una especie de calma y por eso no me dijo absolutamente nada cuando salté a la ambulancia sin ningún reparo y me apretujé contra uno de los asientos aún sosteniéndote la mano.


“Ha inhalado bastante agua” dijo uno de ellos al revisar la cantidad de oxígeno en tu sangre.


Te conectaron al respirador mecánico.

Yo mantenía la vista y mis lágrimas sobre tus manos midiendo mi fuerza para no lastimarte.

Pensé que iban a colocarte desfibriladores y demás pero me explicaron que ya estabas consciente y sólo debían asegurarse de que la cantidad de oxígeno en tus conductos respiratorios volviera a la normalidad y otro puñado de cosas más que se habían desequilibrado en tu organismo y que no se me iban a poner explicar porque te llevaban en una camilla hasta la sala.

Y te conectaban por todo sitio para vigilarte los signos vitales e inyectarte algunas sustancias a través del equipo de venoclisis que colgaba al lado de la camilla en la que descansabas.

La habitación tenía una gran vitrina por la cual podía ver todo lo que te hacían y aumentaba mi angustia a mil al saberte a un maldito vidrio de distancia.

Te dejaron en paz a la media hora pero no me dejaron entrar hasta después de dos horas, tenías que descansar y estaba completamente prohibido que te movieras bruscamente.

Y después de saberte sano y salvo lo primero que haría al entrar en esa habitación sería molerte a palos.

Hasta que me juraras con tu alma que no habías querido hacerlo.

Pero como siempre toda rabia o emoción diferente al alivio se esfumó cuando te escuché llamarme “¿Yoochun-ah?” cuando pude al fin entrar en la habitación.


“¿Sí?” sostuve tus manos de nuevo.


Tus dedos se enredaron con los míos.


“Supongo que esto no es el cielo” dijiste aún confundido y sin abrir los ojos del todo, “aunque se asemeja mucho.”


Apreté aún más tus manos.


“¿Te duele algo?” Te pregunté pero no recibí respuesta alguna.

“¿Estás molesto?” me preguntaste después de algunos minutos en silencio.

“Sí,” respondí atrayendo una sillita con el pie para no dejar de cogerte las manos y me senté sobre ella, “pero no contigo...” Tú suspiraste, seguro esperando una respuesta así, “estoy molesto conmigo por no haber tenido el valor para hacer esto antes y así habernos ahorrado todo este martirio.”

“Lo siento,” me dijiste “Yo no quería...yo...”

“Shhh” te callé, “no es culpa tuya, nos han pasado muchas cosas y no hemos sabido llevarlo de la mejor manera ¿verdad? yo he tenido ideas parecidas también” admití.


Al escucharme te sentí tensarte bajo mis manos.


“Estos días que he pasado enclaustrado en mi habitación incapaz de incorporarme de mi cama siquiera...me ha quedado algo en claro, Junsu”

“¿Recuerdas esa vez cuando me accidenté en el río?” me interrumpiste.

“¿Es que solo tienes accidentes que hacerme recordar?” te pregunté mosqueado porque todo el discurso que había empezado a armar en mi liado cerebro empezaba a nublarse.


Te reíste.


“Cuando me cargaste en tus brazos de regreso y...”

“Te las diste de valiente,” te completé.

“Ajá,” suspiró con una sonrisa, “fue cuando me di cuenta que estaba enamorado de ti,” me dijiste en un hilo de voz.


Volteé a mirarte, tú desviaste la mirada hacia la vitrina de la sala del hospital por la cual transcurrían los doctores, enfermeras, pacientes y en general familiares; con atención fingida.


“Recuerdas aquella noche cuando te tuve por primera vez frente a mí con los cabellos alborotados y una expresión de culpabilidad total sobre tu rostro,” te dije pero no respondiste solo meciste la cabeza de arriba abajo, con las mejillas sonrojadas al escuchar mi declaración después de todo este tiempo mientras me mirabas al fin a la cara con esos ojos marrones que tanto adoraba “fue cuando me enamoraste.”

“Te amo” Me dijiste extendiéndome los brazos para que me acercara a tu lado, “te amo tanto Yoochun” lloraste mientras me apretabas contra tu pecho temblando.

“Y yo a ti, mi pequeño, y yo a ti...” te dije y sin ser capaz de reprimirme por más besé tus labios, “promete que estaremos juntos hasta el final” te susurré besando tu frente por segundos interminables.

“Lo prometo...” volviste a besarme para luego arrimarte a un lado y hacerme recostarme en el espacio que me habías destinado, “ahora haz silencio que quiero dormir...y la enfermera va a botarte a patadas si te encuentra incomodando al paciente.”

“¿Te estoy incomodando?” hice el ademán de incorporarme pero volviste a tumbarme a tu costado de un tirón.

“¡Oh solo cállate y bésame!”

“Vale...” Mis labios se hundieron en los suyos por tercera vez esa noche y tras sonreírle supe...estábamos haciendo lo correcto.





~~~FIn ♥




P.D4: no creían que se iban a librar de mis posdatas tan fácilmente verdad? Según yo creo que dejé todo claro pero sino tienen derecho a pedirme el epílogo (pero solo si realmente lo creen necesario) y sería un resumen de Jae de como van las cosas y máximo una hoja de word así que...xD.


Lo recalco de nuevo: Muchas gracias a todas aquellas que leyeron a este chiquito y me regalaron bellas palabras, ojalá algun otro día pueda escribir otro como este ya tendré que arreglarmelas con el drama. Mil besos a todas!